La Sociedad General de Autores y Editores (SGAE), conocida hoy más que nunca por la polémica sobre el canon digital que se quiere aplicar a dispositivos que reproducen contenidos protegidos por la ley intelectual (música, vídeo, etc.), ha creado un entramado de sociedades que compiten en su actividad con áreas económicas que poco tienen que ver con la gestión de derechos. Su estructura es mínima.
La Central Digital, que cuenta como activo principal con una plataforma de venta de contenidos en la Red; Portal Latino, tienda de música en Internet presentada públicamente como propia por la SGAE; Latinergy (web de música latina), Museekflazz (web de venta de contenidos de jazz), Egrem (de música cubana)... Todas ellas tienen en común el domicilio social y que, de una u otra forma, se prestan servicios entre sí. Pero no son las únicas que habitan en Gran Vía 36.
Hay vecinas que no cuelgan del árbol societario que en los últimos años ha ido creando SGAE y que sin embargo tienen nombres comunes entre sus administradores. Microgénesis y Coqnet, empresas dedicadas al asesoramiento y creación de negocios en Internet no entran en la estructura pero tienen un punto en común además del domicilio social: los directivos.
El nexo de unión es la Sociedad Digital de Autores y Editores, S.L., (SDAE) el brazo tecnológico de la propia SGAE. Sirva como detalle que esta filial, SDAE, es tan tecnológica que no tiene ni web en funcionamiento. Su dirección en Internet lleva meses devolviendo el mensaje 'En mantenimiento'.
¿Sin ánimo de lucro?
La SGAE, la gestora de derechos de autor, no tiene ánimo de lucro, según sus estatutos, pero es propietaria al cien por cien de SDAE, antes una división de SGAE y hoy una sociedad limitada que debe el 99 por ciento de su facturación a la SGAE, según las propias cuentas anuales de SDAE presentadas ante el registro mercantil.
Tenga o no ánimo de lucro, SDAE siempre está en pérdidas. Tanto que en 2004 entró en quiebra técnica, según el informe de auditoría de aquel ejercicio, consultado por elEconomista. ¿Quién puede acudir en su ayuda? Su único accionista, la SGAE. Ésta, que cruza los dedos ante la palabra Internet cuando está en público por las descargas de contenidos mediante sistemas de compartición de archivos (eMule, Kazaa, etc.), lleva años preparándose para hacer negocio en la Red. Ha creado una sociedad tecnológica, portales de venta de contenidos, sistemas de protección de copia privada (DRM) listos para ser comercializados en otros países y lucrarse con ellos (Sistema Argos, por ejemplo).
Recapitulando: De SGAE, la gestora, cuelga SDAE, la filial tecnológica; que es propietaria de Portalatino, la página de venta de música; que es a su vez propietario de los derechos de explotación de La Central Digital, la plataforma de software para venta de contenidos on line; que es a su vez quien da servicio a las webs de música especializada Latinergy, Museekflazz y Egrem.
Con toda esta actividad, si se suman las pérdidas anuales que acumuló la empresa cabecera de todo ese negocio, SDAE, entre 2000 y 2005, ambos incluidos, se obtienen casi 7 millones de euros.
Una de las causas que influyen es que, en el año 2003, SGAE decidió empezar a transferir todos sus activos tecnológicos a SDAE a través de ampliaciones de capital no dinerarias. SGAE, como accionista único, suscribía la ampliación pero lo que aportaba eran los activos (software y hardware). Las amortizaciones (resta periódica de la pérdida de valor en el tiempo de los activos de una sociedad), a las que debe hacer frente SDAE desde entonces, son uno de sus lastres.
No es de extrañar cuando se ven inversiones en aplicaciones informáticas por parte de SDAE del calibre de las que figuran en las cuentas de 2005: 7,68 millones de euros.
¿Empiezan a marearse? Pues agárrense que vienen curvas.