
Las redes sociales se situaron el pasado miércoles en el centro de la actividad empresarial de dos de los mayores gigantes del mundo de las telecomunicaciones e Internet: Telefónica y Google.
En el mismo día, el grupo español confirmó la compra del 85%, por unos 70 millones de euros, mientras que Google anunció su retirada del proyecto Wave, apuesta fallida del buscador para el trabajo colaborativo de los internautas, que el viernes remedió con la adquisición de Slide por 182 millones de dolares (alrededor de 138 millones de euros).
Mientras todo esto ocurre, Facebook ha superado los 500 millones de usuarios registrados y Twitter duplicaba en sólo cinco meses la cifra que hasta el pasado marzo le había costado cuatro años de actividad. Es decir, el servicio de microblogging (mensajería limitada a un puñado de palabras) necesitó del boca a boca desde 2006 hasta alcanzar los primeros 10.000 millones de mensajes... pero le ha bastado la pasada primavera y parte de este verano para rebasar con creces los 20.000 millones.
Los contenidos personales ganan peso en la Red
De los casos citados, así como de varias decenas de iniciativas de éxito (ver el mapa de la Web 2.0 que ilustra esta páginas), subyace la fuerza de un fenómeno que no tiene vuelta atrás: los contenidos personales se han convertido en el principal foco de interés para el resto de los internautas. Es decir, frente a las grandes producciones mediáticas de hace años o los aparatosos tinglados de producción de contenidos online de los puntocom de principios de siglo, lo que realmente mueve la Red son las pequeñas cosas, aparentemente nimias, generadas por ciudadanos de la calle. La Web 2.0 se pone al servicio de millones de ombligos del mundo que degluten mensajes de andar por casa. Prevalece lo cotidiano, lo cercano, las curiosas reflexiones que ocupan a las personas más próximas. Puede ser una frase, una foto, un vídeo casero. Cualquier cosa en formato digital es susceptible de compartirse por Internet. Todo es rápido, sencillo, global y semigratuito (generalmente sólo hay que mantener el coste de la conexión a la banda ancha, fija o móvil).
Dicho lo anterior, se entiende la coherencia social y empresarial de Telefónica por situarse, a través de la compra de Tuenti, en la avanzadilla de las redes sociales en España. Sólo basta con comprobar los nuevos hábitos de consumo de los internautas durante el último año para sucumbir ante la pujanza de la denominada Web 2.0. Está claro que, más pronto que tarde, todos los usuarios de telefonía celular podrán acceder a Internet con sus móviles con la misma facilidad con la que envían un mensaje corto (SMS). Cuando eso suceda, compañías como Twitter, Facebook o Tuenti serán la envidia del negocio de las telecomunicaciones. De hecho, ya nadie puede discutir que los usuarios se interesan cada vez más por los contenidos de sus amigos, conocidos, allegados y celebrities. Ese nuevo escenario obliga a los mass media tradicionales a replantearse el modo de acceder a las grandes audiencias.
Bastan 140 caracteres
La receta del éxito consiste en convertir los nuevos soportes en aliados para la causa. El efecto altavoz de herramientas como Twitter es prodigioso. En cuestión de segundos, cualquier mensaje puede llegar al corazón de millones de personas. Y eso sólo acaba de empezar.
Bastan 140 caracteres para difundir lo que se quiera. Esa simplicidad e inmediatez ha convertido a Twitter en uno de los mayores fenómenos del mundo de la comunicación de los últimos años. El microblogging está cambiando la vida social de los internautas que sucumben a sus encantos, especialmente aquellos que consultan la Red a través de sus teléfonos móviles conectados a la banda ancha inalámbrica.
Pero es en los grandes acontecimientos globales cuando Twitter desarrolla todo su potencial, abrumando al resto de los medios de comunicación. Ningún otro soporte puede satisfacer la demanda de información como la herramienta creada por esta joven criatura de San Francisco. Eso se comprobó durante el terremoto que sacudió Chile el año pasado. La capacidad de movilización del medio fue colosal, y esas virtudes se aprovecharon para atraer ayudas humanitarias de todas partes del mundo. Nunca hubo tantos donantes de sangre en los hospitales en tan breve margen de tiempo. Otro ejemplo. Durante el último cuarto de hora de la final de la Copa del Mundo circularon más de 2.000 tweets por segundo, cifra que se elevó a 3.051 tweets por segundo cuando Iniesta marcó el gol de la victoria.
El tiempo vuela en la Red
Según un estudio de Forrester, el 59 por ciento de los internautas estadounidenses frecuentan las redes sociales y un 70 por ciento consumen contenidos generados en estos sitios. El tiempo consumido en las webs 2.0 ronda los 330 minutos al mes en actividades como actualizar el estado, compartir fotos y comentarios o conocer las noticias y eventos de la gente que a cada uno le interesa. Facebook, MySpace, Twitter y YouTube aparecen en el pelotón de cabeza de este nuevo nicho de mercado, mientras que en España hay que incluir a Tuenti, red social de extraordinario predicamento entre la población juvenil y universitaria. Según un estudio del departamento de psicología de la Universidad Camilo José Cela, el 88,5 por ciento de los jóvenes españoles sitúa a Tuenti como su red social favorita, frente al 7,4 por ciento que elige a Facebook o el 0,7 por ciento a Fotolog.
Facebook es el principal culpable del incremento global del uso de Internet en los últimos años. La agilidad del líder mundial de las redes sociales se ha optimizado tanto que los usuarios apenas tienen que esperar un segundo para refrescar el sitio con los nuevos contenidos cargados. La solidez tecnológica de MySpace (con más de cien millones de usuarios) también es contundente: durante los tres últimos meses sólo se registraron cuatro errores en el acceso a las páginas personales por cada 20.450 intentos.
Los hábitos de consumo de ocio han dado un vuelco con la Web 2.0. Según el estudio de la Universidad Camilo José Cela, millones de jóvenes ya prefieren estar conectados por redes sociales antes que salir con sus amistades. En concreto, en cuanto a las actividades que se pueden realizar dentro del hogar, el 18,3 por ciento se decanta por utilizar una red social, mientras que el 16,4 por ciento prefiere ver la televisión.