
GOLDMAN SACHS
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Los inversores de Wall Street tienen en el futuro Secretario del Tesoro de EEUU a un gran aliado.
El consejero delegado de Goldman Sachs puede considerarse un bicho raro en Wall Street. No es muy común que un ejecutivo de altos vuelos prefiera quedarse sentado y contemplar las infinitas especies de aves que reinan en el cielo a jugar una partida de golf en el club de campo más cercano.
Lo que es seguro es que este veterano del distrito financiero neoyorquino ha comenzado su migración a las esferas políticas del gobierno estadounidense, un campo con el que ya tonteó en los 70 durante la Administración Nixon, trabajando para la Casa Blanca y el Pentágono.
Desde que los mentideros estadounidenses cuchichearan sobre la inminente salida de John Snow de la Secretaría del Tesoro de EEUU, las quinielas apostaban por Paulson, de 60 años, que en un primer momento no vio claro su papel como sustituto de Snow.
Tanto el actual Secretario del Tesoro como su predecesor, Paul O´Neill, han tenido poca mano para reformar la política estadounidense, por lo que el puesto no parecía demasiado atractivo para el consejero delegado de Goldman Sachs, cargo que ocupa desde 1999.
Su amistad con George Bush ha pesado decisivamente en su cambio de opinión.
El presidente de Estados Unidos ha definido a Paulson como la persona perfecta para "explicar a los ciudadano los temas económicos en términos claros" y los retos a los que se enfrenta, con una economía que ha crecido a su mayor ritmo en los últimos dos años pero que empieza a dar señales de bajar la guardia.
Este licenciado en Inglés por el Dartmouth College y ex jugador de fútbol americano en la universidad deberá ahora intervenir en un duro campo de batalla: tendrá que lidiar con las dudas de mucho inversores, colegas de trabajo en muchos casos, ante el papel que toma la Administración Bush frente al fortalecimiento del dólar; en el Congreso son muchos los que apuestan por imponer sanciones a China para lograr este cometido.
Un hombre solitario
Paulson, que estudió su máster de negocios en Harvard y comenzó a trabajar en Goldman Sachs en 1974, en las oficinas de la firma en Chicago, es un hombre solitario, al que le gusta recapacitar. Al menos eso se deduce se su segunda pasión, la pesca. Este millonario, casado con su mujer Wendy y padre de dos hijos, Henry Merritt III y Amanda Clark, es director de The Nature Conservancy, una institución que aboga por la conservación del medioambiente.
El futuro Secretario del Tesoro, que nació en Palm Beach, Florida, es audaz y, en plena vorágine de escándalos financieros agolpándose en la puerta de Wall Street, se atrevió a dar un discurso frente al Club Nacional de la Prensa en Washington en el que urgía la necesidad de incrementar las auditorías y la supervisión del Gobierno en las empresas del país.
De ser confirmado por el Senado, Paulson se convertirá en el tercer Secretario del Tesoro bajo el Gobierno de Bush y en el principal valedor de la economía estadounidense ante sus compatriotas y el resto del mundo.
Frente a sus predecesores, Paulson es el primer candidato que viene directamente de Wall Street, en lugar de haber sido incubado en la América corporativa, una ventaja para los inversores, que tendrán un aliado en el corazón de Washington.