París, 27 may (EFECOM).- Los franceses afrontan mañana otro complicado lunes de Pentecostés, un tradicional festivo convertido hace tres años, por decisión del Gobierno, en una "jornada nacional de solidaridad" con las personas dependientes, o sea, un día trabajado para recaudar fondos para ancianos e inválidos.
Un sondeo del instituto OpinionWay indica que el 59 por ciento de los franceses (un 73% de los funcionarios) librará mañana, principalmente porque las empresas o administraciones que los emplean no abrirán sus puertas.
En cambio, el 61% de los franceses que trabajan por cuenta propia acudirán a sus puestos, el 52% de los asalariados del sector privado, y el 72% de los comerciantes, artesanos y agricultores, según la encuesta.
Es una jornada llena de contradicciones: los escolares no van a clase (lo que es un quebradero de cabeza para los padres que tienen que trabajar), pero los docentes sí deben acudir a los colegios, para ocuparse de proyectos pedagógicos.
Aunque el lunes de Pentecostes ya no es oficialmente un día de fiesta, está prohibida la circulación de los camiones, como en todo día festivo, lo que paraliza la producción en empresas que dependen de entregas diarias.
En el tráfico de trenes y el transporte urbano se aplica a veces, pero no en todas partes, el régimen del fin de semana.
El Banco de Francia abre, pero no los bancos comerciales; Correos y la Agencia Nacional de Empleo están cerrados, lo mismo que los tribunales, pero las oficinas de la Seguridad Social abren.
La polémica y el desorden acompañan esta "jornada" estrenada en 2005 y que el nuevo Gobierno de François Fillon ha dicho que quiere mantener, aunque promete "evaluar" las modalidades de su aplicación.
La idea de hacer del lunes de Pentecostes un día trabajado sin remuneración surgió después de la muerte de 15.000 personas, en su gran mayoría ancianas, en la canícula de agosto de 2003.
Criticado por su mala gestión de esta crisis sanitaria, el Gobierno conservador del entonces primer ministro, Jean-Pierre Raffarin, decretó la creación de una jornada de solidaridad para ancianos y dependientes, que se aplicó por primera vez en 2005.
Ante las protestas -los sindicatos denunciaron la imposición del "trabajo gratuito obligatorio"- y el desorden observado en la primera edición, el Ejecutivo flexibilizó el dispositivo:
El personal y las empresas obtuvieron libertad para fijar otra fecha de "solidaridad", y el lunes de Pentecostés trabajado quedó sólo donde no hubo acuerdo entre los interlocutores sociales.
Hay empresas que "regalan" este lunes a sus trabajadores, mientras que en otras se resta el día librado de las vacaciones o de los días de recuperación (por la ley de las 35 horas semanales).
Pase lo que pase, por esa jornada los empleadores privados y públicos abonan a la llamada Caja Nacional de Solidaridad para la Autonomía el 0,3% de la masa salarial, un porcentaje que se aplica también a los ingresos del capital.
En 2006, la recaudación del día festivo trabajado fue de 1.900 millones de euros. Se prevé que este año sea de 2.100 millones.
El año pasado, 800 millones se destinaron a la atención de los ancianos en hogares especializados, otros 400 a la financiación de la ayuda personalizada de autonomía (para ancianos dependientes), y el resto a la acogida o ayudas individuales a minusválidos. EFECOM
al/prb
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