
Teresa Bouza
Washington, 9 may (EFECOM).- Europa y EEUU demostraron hoy que los separa algo más que un océano al abogar, en un caso, por la dimisión de Paul Wolfowitz de la presidencia del Banco Mundial (BM) y apelar, en el otro, por su permanencia al frente de la institución.
Mientras una treintena de activistas de distintas nacionalidades se manifestaron hoy en la sede del BM en Washington para pedir que Wolfowitz abandone su puesto, el debate se produce después de que se filtrase a la prensa que una comisión investigadora ha concluido que Wolfowitz violó las normas del organismo al fijar las condiciones laborales de su pareja, Shaha Ali Riza, una funcionaria del Banco.
Wolfowitz tiene hasta esta noche para presentar sus alegatos frente a las conclusiones del informe del panel.
Una vez recibida esa respuesta, el comité investigador enviará la versión final de su informe al Consejo Ejecutivo, que prevé reunirse el viernes para discutir qué hacer con Wolfowitz.
El Consejo podría recomendar que Wolfowitz sea destituido, emitir algún tipo de voto de no confianza o adoptar alguna medida para reprenderle.
En medio de ese compás de espera, Alemania reiteró hoy que el ex número dos del Pentágono debería de dejar su puesto.
Karin Kortmann, la secretaria de estado de Cooperación Económica y Desarrollo de Alemania, recordó, en una comparecencia ante la Cámara Baja del Parlamento alemán, que la ministra de Desarrollo del país, Heidemarie Wiezorek-Zeul, expresó a Wolfowitz que su dimisión voluntaria "es la mejor solución para el banco y sus objetivos".
Desde Francia, Jean-Baptiste Mattei, portavoz del ministro francés de Asuntos Exteriores, Philippe Douste-Blazy, señaló que esperan que el Consejo Ejecutivo se reúna "rápidamente" para decidir cómo proceder en vista de los resultados del informe del panel investigador.
La premura de Francia y los deseos de Alemania de que Wolfowitz dimita contrastan con la postura de Washington.
"Todavía lo respaldamos plenamente", aseguró hoy el portavoz de la Casa Blanca, Tony Snow, quien se desplazó con el presidente de EEUU, George W. Bush, al estado de Kansas para visitar las áreas devastadas por varios tornados el pasado fin de semana.
A las palabras de Snow se sumaron las del asesor de la residencia oficial estadounidense, Dan Bartlett, quien insistió en que Wolfowitz merece "un proceso justo".
Wolfowitz recibió el domingo por la noche el informe de 600 páginas del panel investigador y obtuvo un plazo de 48 horas para presentar sus alegatos.
Su abogado, Robert Bennett, argumentó ayer que el plazo era "terriblemente injusto" y solicitó tiempo adicional.
El Consejo le concedió 24 horas más, hasta la medianoche de hoy, aunque fuentes del BM señalaron que el Consejo podría anunciar en las próximas horas que le otorga algo más de tiempo.
El representante legal de Wolfowitz indicó ayer martes que, "según las propias reglas del Banco, un empleado bajo investigación tiene derecho a al menos cinco días laborales o más para responder si el asunto es complejo y serio como este".
De conseguir lo que pide, Wolfowitz tendría hasta el lunes para presentar su respuesta, lo que seguiría aplazando la reunión del Consejo para evaluar el caso.
En el centro de la polémica están las condiciones laborales de la novia de Wolfowitz.
Riza fue transferida de forma temporal al Departamento de Estado en septiembre del 2005, para evitar así el conflicto de interés que se planteaba al tener a su pareja como supervisor.
Su transferencia incluyó un abultado incremento de sueldo inicial y garantías de futuras subidas.
La Asociación de Empleados mantiene que el aumento es más del doble de lo estipulado.
Tras el primer incremento anual, el sueldo de Riza quedó en 193.590 dólares libres de impuestos, más de lo que cobra la propia secretaria de Estado de EEUU, Condoleezza Rice. EFECOM
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