
Olivier Blanchard, desde su atalaya del FMI, ha lanzado un mensaje relativamente tranquilizador: la eurozona no va a estallar. Sí advierte, sin embargo, que España, Portugal y Grecia tendrán que realizar ajustes muy duros, sobre todo en materia salarial.
¿Las dificultades de Grecia y Portugal con sus finanzas públicas son el árbol que no deja ver el bosque? ¿Existe el riesgo de que estalle la eurozona?
No lo creo, aunque eso no quiere decir que no exista un problema presupuestario en Europa. Grecia es el primer país que se ha visto sancionado por los mercados. La inquietud incita al país a tomar medidas y eso es bueno.
¿La eurozona sufre porque las economías de cada país son muy diferentes en el fondo? ¿Está condenada a desaparecer?
Las ventajas e inconvenientes de la zona monetaria única se conocían desde el principio. Una moneda común ofrece más disciplina, aumenta la competencia y suprime los problemas relacionados con el tipo de cambio. Son efectos beneficiosos comprobados. No cabe duda de que Europa ha salido de la crisis mejor con el euro que con las políticas de cambio nacionales.
Sin embargo, la unión impone unos costes de choque asimétrico. El ajuste habitual mediante los tipos de cambio para recuperar la competitividad ya no es factible. Todo marchó bien durante los primeros cinco o seis años. Ahora, con la crisis, Portugal, España y Grecia están sufriendo serias dificultades, que implican unos ajustes muy desagradables, más aún cuando el entorno inflacionista es muy bajo. El restablecimiento de la competitividad puede que requiera sacrificios tan dolorosos como una bajada salarial.
¿Los bancos centrales deben mantener los tipos de interés al nivel bajo actual?
Es indispensable y necesario durante bastante tiempo. Mientras que no se produzca una recuperación sólida de la demanda privada, es vital, tal vez hasta pasado 2010. Si aparecen burbujas, habrá que reaccionar con distintas medidas pero lo importante es que regrese la actividad. Eso no impide que los bancos centrales empiecen a suprimir determinados aspectos de su política monetaria que no pasen por los tipos.
Algunos países ricos y también asiáticos se quejan de la infravaloración del yuan. ¿Existe el riesgo de un mayor proteccionismo contra China?
El debate de la reevaluación del yuan suele presentarse de manera contraproducente. China tiene un índice de gasto anormal, que se traduce en importantes disfunciones. En el apartado de los hogares, manifiesta una gran incertidumbre sobre el futuro en cuestiones de sanidad, educación y jubilación. En las empresas da lugar a una mala gestión y un problema de distribución de beneficios.
China debe aumentar el consumo y ya ha empezado a tomar medidas en esa dirección. Si el consumo aumenta sin que la demanda exterior disminuya, el país se enfrentará a una conmoción inflacionista. China no puede crecer, sin más, a un 15% anual. Necesita ralentizar la demanda externa y, de ese modo, dejar que su divisa se valore.