
La caída de la competitividad, la crisis y la sobrecapacidad han hecho mella en el sector de los componentes, pero hay empresas que resisten.
Un coloso recorre la economía española: es la industria de los componentes para el automóvil. Un gigante contradictorio, con un pie sólido y firme sobre el suelo y otro de barro.
A la sombra de las 18 fábricas de automóviles y camiones instaladas en España, se ha desarrollado, a lo largo de los últimos 50 años, una industria auxiliar que da trabajo a más de 200.000 personas e invierte en I+D un 2,8 por ciento de su facturación, más del doble de la media nacional, según la patronal del sector (Sernauto).
Además, cuenta con cinco multinacionales españolas de gran éxito: las castellanoleonesas Gestamp y Antolín, las vascas Mondragon y CIE Automotive y la catalana Ficosa. Sin embargo, el sector cerró 2008 con casi 30.000 trabajadores menos que a finales del anterior ejercicio y una facturación en descenso del 22 por ciento.
A pesar de que no hay datos oficiales sobre la situación de 2009, fuentes del sector que prefieren mantener el anonimato indican a este periódico que, hasta la primera parte del año pasado, ha habido 60.159 personas afectadas por Expedientes de Regulación de Empleo (ERE) -temporales o definitivos-, repartidas en 319 plantas. En total, los trabajadores afectados por despidos en el mismo periodo han sido, según las mismas fuentes, 6.684.
Problemas del sector
Además, el llamado sector auxiliar, al igual que la industria del automóvil, viene arrastrando un serio problema de sobrecapacidad desde el principio del siglo XXI, un periodo de plena expansión, tanto en España como en el resto del mundo. A estos inconvenientes se suma otro, específico de nuestro país: España ha dejado desde hace tiempo de ser un país de bajo coste y, por ende, ha perdido una gran parte de su competitividad.
Así las cosas, el sector ha quedado dividido en tres grupos muy diferentes entre sí: las grandes empresas, capaces de aguantar el chaparrón, las pymes, mucho más indefensas ante la tormenta y las multinacionales extranjeras. De hecho, una parte importante de los fabricantes instalados en España son filiales de grupos foráneos, que tienen muy poca o ninguna influencia sobre las decisiones estratégicas que les afectan.
Dos mundos contrapuestos
En este contexto, ha aumentado el goteo de cierres, Expedientes de Regulación de Empleo (ERE) -temporales y definitivos- y deslocalizaciones, sobre todo por parte de las empresas extranjeras. Así, a mediados de 2009, habían cerrado 25 plantas, con 3.998 trabajadores afectados.
Los más sonados se han repartido en Cantabria, Cataluña y el País Vasco. El fabricante estadounidense de neumáticos, Bridgestone, anunció hace unos meses un severo plan de reestructuración de sus cuatro plantas españolas, situadas en Castilla y León, el País Vasco y Cantabria. La más perjudicada puede ser la factoría cántabra de Puente San Miguel, que da trabajo a unos 600 operarios. La compañía prevé cerrar una línea de producción y trasladar la maquinaria a otras plantas. Así, peligran casi 100 puestos de trabajo. Una situación similar se ha dado en Barcelona, donde la italiana Pirelli y la estadounidense Lear han despedido, entre las dos, a casi 700 personas.
"El problema de este sector es que es uno de los más globalizados entre los que operan en España", explica a elEconomista una fuente industrial que prefiere mantener el anonimato. "Así -continúa-, la competencia en precio entre los varios países es enorme, incluso mayor que en la industria de le automóvil: deslocalizar una fábrica de coches es muy caro, pero una planta de componentes de medianas dimensiones es mucho más fácil de trasladar". Por este motivo, España sufre la competencia de países de bajo coste, como los de Europa del Este y el Norte de África.
Las pymes, contra las cuerdas
La situación de las pequeñas empresas españolas no es mejor. Según ha podido saber elEconomista de fuentes industriales, a principios del año pasado se presentaron 12 concursos de acreedores, que han afectado a 2.172 personas en toda España. Lo cierto es que, de acuerdo a un estudio de la consultora Improven, el 53 por ciento de las compañías que se dedican a los componentes no tiene tamaño suficiente para competir, un 42 por ciento necesita invertir para seguir creciendo y tan sólo un 5 por ciento de las compañías del sector puede considerarse como multinacional, con una posición fuerte en el mercado. Según el socio director de Improven, Eduardo Navarro, el sector de los componentes "ha dejado de ser un mercado altamente rentable y atractivo como en los últimos años y claramente es un sector en crisis".
Fuentes cercanas a la industria, además, añaden que la crisis, la pérdida de competitividad en los costes del trabajo y los problemas de sobrecapacidad "han dividido la sector español de los componentes en dos grupos bien definidos: los que han hecho los deberes en términos de I+D e internacionalización y los que se han acomodado y han perdido impulso". Lea la noticia completa en la edición en papel de fin de semana de elEconomista.