
En lugar de destinar los abultados fondos proporcionados por el Banco Central Europeo (BCE) a paliar los efectos que está teniendo en la economía la peor crisis de crédito desde la Segunda Guerra Mundial, las entidades europeas se resisten a prestar dinero a las empresas. En lugar de ello, utilizan gran parte de ese dinero para invertir en deuda gubernamental de la máxima calidad. Así, no es extraño que por primera vez las compañías europeas obtengan más financiación a través de sus bonistas que de las entidades.
Las ventas de bonos corporativos en Europa exceden ya la cantidad total de préstamos concedidos por los bancos de la región a las empresas, después de que las colocaciones de deuda de compañías no financieras haya alcanzado un récord de 337.000 millones de euros este año.
Mientras, los compromisos financieros de las empresas europeas con los bancos de la zona ha caído un 46%, hasta los 279.000 millones de euros.
"El sistema bancario global está pasando por un profundo proceso de desapalancamiento promovido por los gobiernos, lo que sin duda ha reducido mucho su volumen de préstamos", explica Louis Gargour, consejero delegado de la firma hedge LNG Capital.
Dinero nuevo en el mercado de bonos
Más allá de compañías como la alemana KSB o la danesa Moller-Maersk, viejas conocidas de esta modalidad que han realizado emisiones de entre 100 y 750 millones de euros, muchas compañías que nunca habían realizado colocaciones han entrado con fuerza en este mercado.
Así, los emisores primerizos han vendido papel este año por unos 21.000 millones de euros, cuatro veces más que en 2008, según datos de Société Générale.
Pero, a pesar de que los bonistas han cumplido estos meses en parte el rol de los banqueros, tampoco hay que fiarse de este mercado más que del de los préstamos bancarios, alertan algunos expertos.
Falla en momentos de gran incertidumbre
"En los momentos puntuales de alta incertidumbre, como el inicio de la década de los 80, la crisis rusa o el 11-S, el mercado de deuda es muy poco efectivo, porque los inversores tienden a abandonarlo de forma masiva", explica Julian van Kan, jefe global de préstamos y trading de BNP Paribas.
De hecho, no hace falta irse tan lejos para encontrar ejemplos: en los peores momentos de la actual crisis, el mercado de deuda privada fue duramente castigado, primero por el desapalancamiento de grandes jugadores como los hedge funds, y posteriormente por las incertidumbres que despertó entre los inversores el no saber hasta qué punto era importante el riesgo de quiebra de según qué compañías.