Una parte muy importante de los sellos falsos que el proveedor principal de Afinsa, Francisco Guijarro Lázaro, vendió a la empresa entre los años 1998 y 2003 siguen estando adjudicados a clientes de la filatélica, según la Fiscalía Anticorrupción.
La empresa ha asegurado reiteradamente que, una vez que se descubrió que la filatelia servida por este proveedor era "inadecuada", se procedió a retirarla de los contratos de los clientes y a sustituirla por otra de igual valor, para que ningún cliente saliera perjudicado. Pero los documentos internos intervenidos en la sede de la compañía, y que obran en poder de la Fiscalía, demuestran todo lo contrario.
La mayor parte de esa filatelia falsificada no sólo no se retiró, sino que la empresa nunca reclamó a su proveedor, pese a que varios expertos filatélicos emitieron informes poniendo de manifiesto la burda falsificación que había llevado a cabo Guijarro.
Letrado jefe con González
La revelación de que muchos de los llamados Contratos de Intermediación Temporal (CIT, de vencimiento a corto plazo) suscritos con los clientes siguen estando referenciados con sellos de Guijarro fue una de las revelaciones que se pusieron ayer de manifiesto durante la declaración, como imputado, de Joaquín Abajo Quintana ante el juez de la Audiencia Nacional Santiago Pedraz.
Abajo Quintana, abogado del Estado, entró a trabajar para Afinsa en julio de 1995. Venía directamente de un puesto de alto nivel: hasta finales de 1994 fue letrado jefe del Servicio Jurídico del Ministerio de la Presidencia, en el último Gobierno de Felipe González.
A través de su cuñado
Abajo Quintana, como relató ayer ante el juez, entró en contacto con la empresa a través de su cuñado, Emilio Ballester, también imputado en el procedimiento, quien era el auditor de la sociedad y ocupó luego la Dirección de Contabilidad de la compañía. Los altos conocimientos legales de Joaquín Abajo hicieron que pronto fuera nombrado secretario del Consejo, además de asesor jurídico de la empresa.
Según las tesis de la Fiscalía Anticorrupción, él fue quien se puso en contacto con Guijarro Lázaro cuando, a raíz de la investigación que inició la inspectora de la Agencia Tributaria María Teresa Yábar, en 2003, se detectó la mercancía falsificada de este proveedor.
De 1998 a 2002, Guijarro Lázaro vendió más de tres millones de sellos a Afinsa, facturándole unos 60 millones de euros por esa mercancía. A su vez, los sellos fueron vendidos a los clientes por 723 millones de euros, una sobrevaloración del 1.150 por ciento, según puso de manifiesto inspectora Yábar.
"Saber cuál era el importe de la pérdida"
A pesar de que los directivos reconocieron en muchos correos internos que "el 29 por ciento de los sellos comprados a Guijarro no era filatelia", la empresa nunca denunció al proveedor ante la justicia. "Primero había que saber cuál era el importe de la pérdida", se justificó ayer Abajo Quintana, quien en ningún momento perdió su compostura.
Los informes encargados por la propia compañía a varios expertos independientes, como el estadounidense Steve Washburne o el español Hermenegildo Trillo, fueron concluyentes: los sellos de Guijarro tienen "poco valor", "abundan las falsificaciones bien imitadas", "reimpresiones de diferentes tipos"...
El valor total de los sellos falsos de Guijarro que siguen adjudicados a clientes aún no se conoce, pero saldrá a la luz una vez se valore toda la filatelia.