Empresas y finanzas

Fiebre del etanol ignora a millares de peones explotados en cañaverales

Omar Lugo

Río de Janeiro, 6 mar (EFECOM).- Mientras el presidente de EEUU, George W. Bush, recorre América Latina en pos de un "New Deal" de cooperación en torno al etanol, en los cañaverales de Brasil se agrava la situación de miles de braceros que trabajan en condiciones inhumanas, denunciaron hoy especialistas consultados por Efe.

Brasil es el principal productor mundial de azúcar y etanol de caña y meca de masivas inversiones en este negocio.

"Pero el azúcar y el alcohol en Brasil están bañados de sangre, sudor y muerte", afirmó la investigadora María Cristina Gonzaga, de Fundacentro, un organismo del ministerio del Trabajo.

"Los trabajadores son masacrados, están enfermos todo el tiempo por diversos motivos", señaló.

El ministerio de Agricultura prevé en el periodo 2006/2007 una zafra histórica de 475,7 millones de toneladas, con un aumento de diez por ciento respecto a la temporada 2005/2006.

Esta cosecha salió de un área de 5,84 millones de hectáreas que deberá triplicarse en el mediano plazo. Unos 17.400 millones de litros de etanol fueron destilados en el 2006 y se esperan 35.400 millones de litros en 2012, para atender mercados de Europa y Estados Unidos.

Los peones reciben su paga según el peso de la caña cortada cada día bajo el sol tropical, en medio del polvo y el hollín.

El contrato colectivo vigente entre la filiales de la patronal Federación de Agricultura del estado de Sao Paulo y los sindicatos rurales fija 2,44 reales (1,15 dólares) por cada tonelada cortada y amontonada.

Sao Paulo concentra el 59,5 por ciento de la producción brasileña de caña y hoy emplea a unos 400.000 hombres y mujeres por cosecha.

Cada uno debe cosechar al menos diez toneladas para percibir un "piso salarial" de 413 reales por mes (195 dólares), 6,5 dólares diarios o 88 centavos de dólar por hora, según el contrato.

En Brasil, 6,5 dólares alcanzan para comer un almuerzo barato acompañado de un refresco.

A este ritmo de trabajo es atribuida la muerte por extenuación de al menos 17 braceros, denunciadas por la Pastoral del Migrante, en el 2006 solamente en los cañaverales de Sao Paulo, dijo el ex sacerdote Luiz Bassagio, secretario de esa entidad de la iglesia católica.

Si el bracero se detiene a descansar, comer, tomar agua u orinar, deja de producir y de cobrar esos preciosos minutos.

Gonzaga calcula que cada obrero da unos 12.000 golpes de machete en una jornada de ocho horas, lo que significa unos 30 machetazos por minuto.

Ese esfuerzo repetitivo de cuerpos curvados, mal alimentados, mal dormidos y sin atención médica, provoca enfermedades laborales y envejecimiento precoz, según los especialistas.

La patronal Unión de la Agroindustria de la Caña de Sao Paulo (UNICA), que agrupa a unas 307 ingenios y destilerías y emplea a unos 440.000 cortadores, niega las acusaciones.

Fundacentro, encargada de salud y seguridad en el trabajo, organizó el año pasado varias reuniones entre empresas, sindicatos y especialistas sobre el tema.

Un informe sobre esos encuentros concluyó el lunes y obtenido hoy por Efe.

El fin de los subsidios en la Unión Europea para el cultivo de remolacha azucarera y la producción de etanol carburante despiertan interés de europeos por comprar ingenios en Brasil, que domina la tecnología y tiene bajos costos de mano de obra, señala.

El agotamiento de los trabajadores se debe al constante aumento de las metas de producción por peso; a nuevas técnicas de cultivo que buscan más productividad y a variedades de caña con más sacarosa pero menos pesada.

"Si antes 100 metros (cuadrados) de caña sumaban diez toneladas, hoy son necesarios 300 metros", señala el documento.

La evaluación médica para los trabajadores es precaria o inexistente; hay dificultades para comprobar intoxicaciones con productos agroquímicos y la fiscalización del ministerio del Trabajo es insuficiente para atender la actual demanda, agrega.

El especialista Pedro Ramos, de la Universidad de Campinas, señala que cerca de un millón de braceros son empleados en cada cosecha en todo Brasil.

"Muchos de ellos son trabajadores en un régimen de esclavitud camuflada", que no respeta la legislación del trabajo y donde los capataces suelen escamotear el peso real de la caña cortada, señaló en un artículo.

En la década de 1980 un trabajador cortaba cuatro toneladas y ganaba 9,09 reales por día (cerca de 4,2 dólares), hoy corta en promedio quince toneladas y gana cerca de 6,88 reales por día (3,2 dólares) según los cálculos de Ramos. EFECOM

ol/jma

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