Empresas y finanzas

Cambios en Nefinsa: sucesión tranquila en el emporio de los Serratosa

Emilio Serratosa con sus hijos, Javier Serratosa (izq.) y Gonzalo Serratosa (dcha.). Foto: Guillermo Lucas

Con la discreción que le ha caracterizado en su carrera empresarial, Emilio Serratosa Ridaura ha anunciado mediante una nota de prensa que se jubila a los 72 años y pasa los trastos a sus hijos Javier y Gonzalo.

Los trastos son un imperio empresarial creado a partir de la venta de la empresa que fundó su abuelo en 1917, Valenciana de Cementos, a Cemex por 125.000 millones de pesetas -fue la mayor operación corporativa realizada en Europa en 1992-, de los que a él le correspondieron unos 12.000 millones.

El origen

Un dinero con el que, a las puertas de una crisis económica, más de uno se habría retirado a vivir de rentas. Más aún después de la larga y dura batalla que acababa de librar dos años antes con el entonces todopoderoso Mario Conde, presidente de Banesto, por el control de Valenciana de Cementos.

Con el 45% de las acciones de la cementera en poder de Banesto, frente al 25% de los Serratosa, Conde sufrió el primer gran revés de su ascenso a la fama al no poder alcanzar la mayoría y verse derrotado por la familia fundadora, con los hermanos José y Emilio a la cabeza, que aglutinaron el apoyo de Pablo Garnica y del grupo noruego Aker.

Tras la venta de Valenciana a Cemex, motivada por los problemas financieros de Aker, los hermanos José y Emilio Serratosa y su primo Alfredo dividieron sus fortunas y tomaron caminos separados con sus respectivas familias.

Sectores poco explotados

Emilio Serratosa había heredado de su abuelo y su padre no sólo la empresa, sino el carácter emprendedor, así que en 1993 decidió fundar junto a sus cinco hijos -en realidad, compraron una sociedad inactiva de la Bolsa de Bilbao, Nervión Financiera- un holding con vocación industrial, Nefinsa, en un momento en el que España estaba sumida en una crisis a la que el Gobierno respondía a golpe de devaluaciones de la peseta.

Sin esperar a que la economía se recuperase, los Serratosa eligieron tres áreas de negocio entonces poco o nada desarrolladas en España: la aviación regional, la telefonía móvil y el medio ambiente. En 1994 arrancó el primer proyecto español de aviación regional con Air Nostrum, actualmente franquicia exclusiva de Iberia con una flota de 65 aviones que opera 165 rutas comerciales, con más de 350 vuelos diarios en siete países europeos y del norte de África.

En un negocio dominado por gigantes, la compañía que dirige desde el primer día Carlos Bertomeu ha sabido en cada momento encontrar su hueco y sus aliados, entre ellos las Administraciones públicas regionales, que le han facilitado ayudas a cambio de tener conexiones aéreas. Bertomeu fue la mano derecha de Emilio Serratosa cuando comenzó la etapa de Nefinsa, hasta que ascendieron a la cúpula Javier y Pablo, dos de los tres hijos varones del patriarca.

Los otros dos negocios iniciales de Nefinsa fueron la cadena de distribución de telefonía móvil Nefitel, creada en 1995 y vendida en 2002 a Telefónica, que la rebautizó como Teabla, y Terraire, una compañía de medio ambiente que en 1996 creó junto a Abengoa y la Junta andaluza el Complejo Medioambiental de Andalucía (CMA), el entonces mayor depósito de residuos industriales de Europa. Esta participación la canjeó en 2002 por el 4,88% de Befesa, que en 2006 vendió a Abengoa.

Un año antes, Nefinsa había dado su gran pelotazo con Gamesa. El grupo inversor había comprado el 30% de Gamesa Energía, filial de Gamesa dedicada a la fabricación de aerogeneradores, en 1998 por 45 millones de euros. La matriz Gamesa salió a bolsa con gran éxito en el año 2000, con los Serratosa como segundos accionistas con el 21,3%, y la venta de esta participación en 2005 le generó unos ingresos de 673 millones.

Desinversión y compra de Uralita

La venta del paquete en Gamesa fue la guinda a una etapa de desinversiones y reorganización del holding iniciada en 2002. Además de la venta de Nefitel, Nefinsa se había desprendido del 20,6% que tenía en la embotelladora de Coca-Cola en Valencia, Colebega, que los Serratosa tenían desde su fundación en 1955, y había vendido distintas inversiones en bancos -tenían el 1% del Popular, del que Emilio Serratosa fue consejero-, inmuebles y fincas agrícolas.

Después de hacer caja y con tantas plusvalías, los Serratosa se vieron en la obligación de reinvertir y eligieron Uralita, con la que la familia volvía al negocio auxiliar de la construcción. El mismo año 2002 lanzaron una opa no pactada sobre esta compañía con la que lograron el 43% y el control. En 2007 lanzaron otra opa con la que consiguieron el 79% que poseen en la actualidad.

En medio, protagonizaron otras sonadas operaciones, como la venta del 100% de Aragonesas, filial de Uralita, la toma del 20% de la compañía aérea Clickair o la venta del 22% de Air Nostrum a Caja Duero por 74,8 millones.

Con los negocios viento en popa, en 2007 se produce la salida de Nefinsa de tres de los hijos de Emilio Serratosa, Pablo, Ana y Begoña, que fundan el grupo Zriser. Pablo era el tercero en el escalafón del holding, tras su padre y su hermano Javier. La eventualidad estaba prevista y la separación de patrimonios se produjo según lo pactado en el protocolo familiar. Junto al patriarca quedaron en el capital de Nefinsa Javier y Gonzalo.

Los herederos

Tras la retirada definitiva de Emilio Serratosa, que queda como presidente de honor de Nefinsa, es su hijo Javier (Valencia, 1963) quien asume las presidencias del holding y de Air Nostrum, que se suman a la que ya tenía de Uralita. Licenciado en Ciencias Económicas y Empresariales por la Universidad de Valencia y MBA de la Boston University (Estados Unidos), Javier Serratosa ha heredado de su padre la discreción, aunque se ha visto obligado a salir más en los medios de comunicación debido a su cargo en la cotizada Uralita.

Además, a diferencia del patriarca, participa activamente en asociaciones patronales, ya que es consejero de la Asociación Valenciana de Empresarios (AVE) y miembro del Círculo de Empresarios de Madrid y de la Fundación Consejo España-Rusia. Su mano derecha será Gonzalo, el menor de los cinco hermanos, que se mantiene como director general del grupo Nefinsa.

Ambos afrontan un 2010 lleno de incertidumbres tras dos años difíciles, especialmente 2008, en el que el holding redujo sus beneficios un 65%, hasta 19,24 millones, por motivos básicamente financieros, ya que Air Nostrum logró mantener el tipo. La facturación consolidada fue de 1.685 millones, un 4,6% menos. Dos años, precisamente, lleva Nefinsa sin inversiones ni desinversiones, su periodo más largo de inactividad societaria. ¿Tardará mucho en mover ficha?

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