MOSUL, Irak (Reuters) - Tres máquinas de coser en un lúgubre departamento fue todo lo que la iraquí Munna Abdul Adeem Ahmed pudo reunir a duras penas cuando estableció una cooperativa para viudas pobres. Pronto se dio cuenta de que no era suficiente.
La mayoría eran jóvenes, pobres y estaban desesperadas por conseguir un empleo. Muchas habían perdido a sus maridos durante las guerras, levantamientos y conflictos civiles que han azotado Irak durante los últimos 25 años.
Tradicionalmente, las viudas iraquíes estaban apoyadas por las familias de sus difuntos esposos o por otros parientes, pero en un país sometido por la violencia, queda muy poco que compartir con los miembros más vulnerables de la sociedad.
Hay pocas estadísticas fiables del número de viudas, pero el Ministerio de Asuntos de la Mujer ha registrado al menos a 206.000 sin contar con las provincias kurdas, junto algo más de la mitad de viudos.
UN TRABAJO
La insurgencia y los bombardeos han dificultado la reconstrucción económica desde la invasión de Estados Unidos en 2003.
Durante el mandato de Sadam Husein, las viudas de los hombres muertos en combate, particularmente durante la guerra entre Irán e Irak en la década de 1980, eran a menudo compensadas por el Gobierno, a veces se les daban tierras y educación para sus hijos.
Ahmed, la organizadora de la cooperativa, dijo que ha viajado con otras mujeres han viajado a la oficina del gobernador de Mosul en busca de dinero para ropa y vivienda, para reemplazar el pequeño apartamento en el que ella y sus costureras trabajan con dificultades, pero sus peticiones no han sido escuchados.
/Por Deepa Babington/.*.