Empresas y finanzas

Más sobre el escándalo filatélico: Afinsa manipulaba el precio de los sellos controlando los catálogos

La filatélica lograba que los clientes pagasen casi un 90% sobre el precio de compra. Foto: Archivo

Más de 250.000 clientes creyeron siempre que los sellos que estaban comprando, tal y como les decía Afinsa, eran valiosísimos y subían de precio año tras año. Pero la realidad era muy distinta, según las investigaciones de la Fiscalía Anticorrupción.

Los directivos de la empresa siempre persiguieron controlar los catálogos para poder influir en el valor de los sellos y convencer con ellos a los inversores, un anhelo que consiguieron por fin en junio de 2003, comprando el catálogo Brookman por 650.000 dólares, que presentaban como "prestigioso e independiente".

Afinsa decidía el material que debía catalogarse y fijaba su valor, que, tras ser aprobado por el Consejo de Administración de la empresa, era comunicado a los editores de Brookman a través de su filial Greg Manning Auctions (luego convertida en Escala Group), tal y como ha comprobado Anticorrupción.

Así se creó un círculo controlado por Afinsa. Por un lado, la empresa compraba los sellos a la filial estadounidense a un precio del 10 o 15 por ciento del valor que luego fijaban en el catálogo, y los clientes compraban los sellos al precio del Brookman.

De este modo, mediante la interesada catalogación, según afirma la Fiscalía en su informe, "Afinsa conseguía colocar a sus clientes unos sellos de escasísimo valor por un altísimo precio, y, al tiempo, desviar beneficios a su participada, Greg Manning Auctions".

Los directivos eran conscientes

Anticorrupción cree que los directivos de Afinsa eran plenamente conscientes del desvío de fondos que estaban llevando a cabo y de la falsedad de los precios de los sellos que estaban fijando, tal y como queda demostrado en un informe escrito por los directivos tras la fusión con Greg Manning en diciembre de 2003: "Hasta la fecha no se ha puesto de manifiesto en las auditorías el contrasentido que supone que Afinsa compre a empresas del grupo material que sólo ella tiene derecho a comercializar y pague por este concepto márgenes o comisiones que no tendría por qué".

Los directivos continúan temerosos: "Pero esta contradicción saldría a la luz en cuanto una inspección fiscal revise los contratos y vea que se puede tratar de una transferencia internacional de beneficios de forma encubierta".

El precio de los sellos

Los directivos de Afinsa tampoco tuvieron empacho en presionar a otros editores de catálogos para que no reflejaran nunca la bajada de precios en la filatelia. Así, en una carta al presidente de la Cámara Belga de negociantes de sellos, el fundador de Afinsa, Albertino de Figueiredo, le recriminaba que ese año -2004- hubiera congelado los precios. "Esta es una vieja lucha que, si no se vence, terminará por explotarnos en las manos", terminaba Figueiredo de forma premonitoria su misiva.

"Si dejamos sacar los precios a un tercero, estamos realmente en sus manos, lo que no puede ser admisible dada la naturaleza de nuestro negocio", dijo Vicente Martín Peña, director general de Afinsa, en una reunión del Consejo de Administración en julio de 2002. "No podemos permitirnos que baje el precio de los sellos", afirmó también el presidente de la empresa, Juan Antonio cano, en otro Consejo.

Otra prueba muy ilustrativa del poco o nulo valor que los propios directivos de Afinsa otorgaban a los sellos está en la manera en que los custodiaban. Según decía a los clientes, era una filatelia de tan altísimo valor que debía estar guardada en cámaras especiales con condiciones óptimas de temperatura.

Deficiente almacenamiento

Pero justo antes de la adjudicación de los sellos a los inversores, la empresa los tenía agolpados por los pasillos, sin organizar ni contabilizar. Así lo admite Vicente Martín Peña en un documento de mayo de 2005: "Los envíos de los proveedores se agolpan en pasillos y zonas de paso, fuera de las cámaras, que están al límite de su capacidad".

Un informe de la consultora Audalia también alertaba: "Se está corriendo un riesgo de descontrol [...] Almacenamiento junto a fuentes de agua, en la parte superior de los armarios, estanterías dobladas por el peso, cámaras abiertas, etcétera".

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