Empresas y finanzas

Google: Un imperio online en alza

Sede de Google en Mountain View, California. Foto: Bloomberg

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El campus de la Universidad de Stanford es el corazón secreto de Sillicon Valley. Se trata de un gigantesco rectángulo verde sembrado de dormitorios, facultades y aulas magnas, que al este tiene la ciudad de Palo Alto, por el norte corta con Sand Hill Road (la calle que alberga las empresas de capital-riesgo más importantes del mundo) y al oeste se interrumpe cuando la llanura desemboca en el Pacífico.

Dentro de este cuadrilátero de la inteligencia, Larry Page y Sergey Brin, de 23 años, diseñaron su sueño de cambiar el mundo, recién estrenado el año 1997. Y lo más curioso es que lo consiguieron... en apenas 10 años.

En Stanford, en la habitación 360 del Gates Building -un edificio financiado por el fundador de Microsoft, Bill Gates-, el joven Page, hijo de dos profesores de matemáticas, había escrito PageRank, un algoritmo relativamente sencillo capaz de hacer un índice con las páginas de una naciente web y clasificarlas según un tema muy especial: cuanto más vinculada esté una página a otras más se presume que pueda interesar al usuario. Por aquella época, Brin (que inmigró con su familia desde Rusia), está ya licenciado en ciencias informáticas y se une a Page en el proyecto. Y los dos comienzan a pensar la forma de echar a andar su criatura.

Entre las 10 marcas más famosas del mundo

Poco tiempo después -corría el mes de septiembre de 1997- registran el dominio Google.com, y lo que vino a continuación es de dominio público: Google es, con diferencia, el motor de búsqueda más utilizado del planeta, pero también una de las 10 marcas más famosas del mundo. Hoy, Page, Brin y el consejero delegado de la empresa, Eric Schmidt, negocian con jefes de Estado y la empresa vale unos 152.000 millones de dólares en bolsa.

Nunca en la historia había pasado algo parecido. Y eso por no hablar de lo que podría salir en los próximos años de esta multinacional de apenas 5.800 empleados, que promete seguir alimentando el fuego de sus rutilantes revoluciones.

Un pensamiento diferente

Para entender el presente y el futuro de Google no basta con observar qué hicieron Page y Brin, sino también cómo lo hicieron. Si estuviésemos hablando de Apple -protagonista de la célebre campaña publicitaria Think different (Piensa diferente)- podríamos decir que se atrevieron a "pensar diferente": lo que hicieron fue intentar encontrar, de la forma más sencilla posible, un camino alternativo para llegar más lejos que los demás.

La empresa Google Inc. se funda en 1998 con poco más de un millón de dólares, que en el Sillicon Valley de aquellos tiempos eran simples migajas. El logo multicolor de Google aparece en la web sin hacer mucho ruido, pero el algoritmo funciona muy bien, mucho mejor que Altavista (el mejor motor de búsqueda de entonces), y la palabra Google se propaga como la pólvora. Al cabo de un par de años, Google se impone como el número uno y tanto los usuarios como los analistas financieros se preguntan cómo es posible que un servicio tan eficaz haya triunfado sin publicidad. Y sin cotizar en el Nasdaq.

En bolsa, pero a su manera

Page y Brin no escuchan a los bancos que les prometen colocar la empresa en bolsa, alimentando así su fama de jovenzuelos un tanto excéntricos.

Hay quien dice que terminarán por perderlo todo. Pero, en el año 2000, mientras explota la burbuja especulativa que deja en la ruina a las empresas que cotizan en bolsa, surge, de pronto, otro modelo de negocio: la página de inicio de Google sigue siendo tan espartana como siempre, pero una vez realizada la búsqueda en la web, aparecen anuncios publicitarios discretos relacionados con las palabras buscadas.

Obviamente, el coste de esta publicidad es regulado por un algoritmo. Y, en la práctica, es una subasta en la que el que se publicita puede cambiar, en tiempo real, el precio de sus ofertas (en un mínimo de 5 centésimas después de cada clic) para posicionarse mejor que la competencia.

Googleplex: perfección en la gestión

Google -ya financiada por Kleiner Perkins y por Sequoia, dos prestigiosas casas de capital-riesgo- comienza a ver sus primeros ingresos importantes. El Googleplex (como se le llama cariñosamente a su cuartel general en Mountain View, a pocos kilómetros de Stanford) adopta los tradicionales métodos de gestión aplicados en Sillicon Valley (nada de corbata, horarios flexibles, buenos salarios) y los perfecciona. Entre una oficina y la siguiente puede haber desde un billar a un piano o una mesa de ping-pong. Y, en horario de trabajo, hay gente que toca o juega.

El 1 de abril de cada año, en la primera página de Google pasa de todo. Desde Google Gulp (la bebida que potencia las capacidades cerebrales) a Google Romance (el algoritmo para encontrar a la media naranja). Pero para poder entrar en el Googleplex hay que tener el diploma de genio. Y el tándem Brin-Page se inventa incluso la regla del 20 por ciento: todos los empleados pueden utilizar el 20 por ciento de su horario laboral "en proyectos que le interesen".

De este 20 por ciento surgen numerosos servicios. Por ejemplo, Google News, el diario en tiempo real generado por un algoritmo periodístico que con el poder de las matemáticas rastrea las noticias en los sites de todo el mundo y las coloca en columnas por temas, por orden de importancia o por fecha.

2.718.281.828 dólares

En 2004, cuando el mercado comienza a recuperarse del golpe de la burbuja especulativa, Google (GOOG.NQ) anuncia su salida al Nasdaq. Una salida que, como es obvio, será distinta a todas las demás. No sólo porque en el folleto publicitario está escrito que la empresa "apuesta por conseguir 2.718.281.828 dólares" (2, 718281828 es el valor de la constante matemática y la base del algoritmo natural). Y no sólo por sus propósitos, realmente originales ("a largo plazo, la empresa se ocupará de hacer el bien en el mundo, aunque este objetivo pueda comportar efectos negativos en el corto plazo").

La obra maestra de la oferta pública de Google se encuentra en la solución elegida para llevar a cabo su salida a bolsa: en vez de confiarla sólo a los bancos de inversión, Page y Brin optan por una subasta, un método mucho más democrático. Por supuesto, una subasta totalmente gestionada desde la web.

Google vs Microsoft: David contra Goliat

Y algo tendrá el agua cuanto la bendicen, porque el título de Google -colocado a 85 dólares en agosto de 2004-, alcanza ya los 490 dólares. Alguien decía, hace ya dos o tres años, que Google representaba el más serio ataque lanzado contra el monopolio de Microsoft. Entonces, sonaba como una broma.

¿Cómo iba a poder el David-Google, a pesar de contar con un centenar de genios en sus filas, amenazar al Goliat-Microsoft, dirigido por Bill Gates? Sin embargo, algo así ha sucedido. Y no es que Microsoft esté en crisis o que Google haya igualado su facturación de más de 40.000 millones de dólares. Lo que pasa es que Google ha puesto en marcha una serie de iniciativas triunfadoras. Desde Google Docs (procesador de textos y hojas de cálculo basadas en la web que compiten con Office), Gmail (el servicio de correo electrónico que compite con Outlook) y Google Maps (mapas de todo el planeta con indicaciones comerciales), hasta Google Earth (en colaboración con la NASA) (y dentro de poco saldrán Google Mars y Google Moon). Además, la empresa se alió con Sun Microsystems en el campo del software de código abierto, y el verbo googlear (buscar informaciones en Internet) acaba de entrar en el Oxford English Dictionary.

Matemática, innovación, genio, inspiración, velocidad e ideas diferentes, alternativas. Google cambió el mundo con una receta de pocos pero fresquísimos ingredientes. Algún día quizás surja alguien que la supere. Pero, por ahora, ellos no tienen ninguna intención de facilitar la tarea a un eventual sucesor.

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