El nuevo presidente de Adefam llega con muchas ideas en la cartera. El la junta directiva de la asociación de empresas familiares de Madrid que se celebra mañana, Clemente González Soler planteará un plan de trabajo y una serie de acciones ligadas a los socios para conseguir que Adefam crezca y sea más eficiente.
¿Cuáles es su principal objetivo como presidente de Adefam?
Incrementar el número de empresas. De 66 que somos ahora, mi idea es subir a 100 asociados. La facturación agregada hoy es de 12.000 millones de euros y representamos el 7 del PIB madrileño. Mi objetivo es alcanzar el 10 por ciento. Para ello queremos incorporar empresas fuertes y reinvindicativas de su sector que nos den un abanico amplio de presencia.
¿Tras su experiencia de tres años en Adefam que necesidades ha detectado?
Como asociado he visto que Adefam puede ser un vehículo de contacto con otras empresas que tienen una problemática similar a la tuya y te pueden ayudar en cuestiones como la transmisión de la gestión de una empresa de una generación a otra o en la formación de directivos. Como miembro de la junta directiva durante los dos últimos años, creo que se ha trabajado mucho, especialmente Jesús Macarrón. El anterior presidente ha dedicado muchísimo tiempo, esfuerzo e ilusión a esta asociación. La mayoría de los asociados tienen Adefam como algo muy arraigado y esperan mucho de ella.
¿Cómo podrá compaginar la asociación con su empresa, el grupo Alibérico?
Con dedicación. He planteado con la directora de Adefam, Marta Beltrán, un plan de trabajo para dedicar un tiempo mínimo fijo. Y lo hago con toda la ilusión, sabiendo que voy a contribuir a que los asociados se beneficien.
¿Es una necesidad de los asociados resolver el problema de financiación?
Es un importante problema que proviene de la falta de liquidez, que comenzó en el sector bancario y se ha trasladado a las empresas y al particular. En España el nivel de endeudamiento era muy alto. La relación del endeudamiento con el PIB en 2003 estaba en un 80 por ciento y en 2008 representaba el 200 por cien. Había crecido en 800.000 millones de euros, una cifra muy alta y superior la media europea. Hay que bajarlo en torno al 100 ó 110 por ciento del PIB.
¿Y qué podría hacer la banca?
La banca ha reducido drásticamente su oferta de financiación a las empresas. Todas las renovaciones de pólizas de crédito y de líneas de descuento las está cancelando o reduciendo en torno a los niveles del 50%. Eso genera un problema de liquidez grande en las empresas. En España tenemos una situación atípica. En sectores como el industrial, las necesidades de circulante para hacer la misma actividad industrial en España que en Alemania es tres veces más caro aquí porque los días medios de pago están en torno a los 17 días en el empresariado germano y la media de España está en más de 90 días.
¿Hay solución?
En Francia, por ejemplo, Sarkozy ha sacado una nueva ley para proteger a las empresas francesas limitando al máximo las forma de pago a 60 días desde la fecha de factura. Es una propuesta que sólo se la he oído a CiU. El problema de este país es que la propia Administración es la que paga tarde y mal. Esto le vendría muy bien a los bancos y a las compañías de seguros porque reducirían su riesgo. Sólo le viene mal a aquellas empresas que están muy endeudadas, porque han llegado a financiar los activos fijos con su circulante.
¿Existe una necesidad imperiosa de ingenieros?
No solo hay que subir el nivel de formación, sino hay que darle la importancia que tienen a algunas profesiones que en este país se han degradado. Por ejemplo, la formación profesional. Puede haber ingenieros o pueden ser escasos pero, por ejemplo, no hay gente de formación profesional. Faltan electricistas, mecánicos, ajustadores... Es un problema que la Administración debería intentar de potenciar recuperando los oficios y ligando esta formación a la empresa.
¿Son competitivas las empresas españolas?
Presumimos que somos la octava potencia mundial pero en competitividad estamos en el puesto 32. También hablamos mucho de I+D e innovación como pilares básicos para el futuro y los elementos para medirlo nos sitúan en una posición muy lejana de la cabeza. El I+D se mide en base a número de patentes que se hacen al año.
En España, en 2007, se hicieron 1.097 patentes, cuando EE UU registró 37.000. También se mide el número de patentes por un millón de dólares invertidos en I+D para ver la eficiencia. Aquí estamos muy lejos de la cabeza. Corea del Sur es capaz de sacar 5 patentes por millón de dólares invertidos. España sólo alcanza las 0,27 patentes.