Empresas y finanzas

La industria harinera y semolera, garantía del dinamismo y crecimiento económico del entorno rural

INTERSICOP 2007 se celebra del 10 al 14 de marzo, en la Feria de Madrid

Un sector tradicional, familiar, que se herede de generación en generación, y que promueve el empleo estable y el dinamismo de la economía rural española. Es quizás, la mejor definición de la industria harinera, representada por AFHSE, la Asociación de Fabricantes de Harinas y Sémolas de España. Un mercado que produce principalmente para el mercado nacional, pero que mantiene unas exportaciones muy notables, dando empleo a 3.000 trabajadores. En INTERSICOP 2007, se podrá conocer más en detalle este sector harinero y semolero, del que derivan alimentos tan básicos e importantes como el pan.

Los fabricantes de harinas y sémolas en España están representados por la Asociación de Fabricantes de Harinas y Sémolas de España, AFHSE. Dicha agrupación empresarial de ámbito nacional, que integra a toda esta industria, figura con el número 1 en el Registro de Asociaciones, siendo la organización empresarial más antigua de España. Su fundación se remonta a 1941, como representantes de un colectivo de más de 180 industrias harineras y semoleras.

Este sector está integrado en su práctica totalidad por pymes de carácter familiar, y en algunos casos de hasta cuarta generación, lo que demuestra el esfuerzo personal de estos negocios familiares durante décadas. Otro elemento definitorio es la ubicación de esta industria, siendo el medio rural el ámbito donde tradicionalmente se han establecido, con más del 80 por ciento de las industrias; algo que se traduce en creación de empleo y dinamización de la actividad económica.

En la actualidad, el sector harinero y semolero integrado en AFHSE, y que tendrá una especial presencia dentro del Salón Internacional de Panadería, Confitería e Industrias Afines, INTERSICOP 2007 (se celebra del 10 al 14 de marzo próximos, en la Feria de Madrid), da trabajo a 3.000 profesionales, lo que nos aproxima a la dimensión tipo de las empresas, con una media de 16 trabajadores por centro de producción y un empleo estable (el 90 por ciento de los contratos son con carácter indefinido).

Las industrias harineras han superado un proceso de reestructuración, que supuso la salida incentivada de 1.000 empresas, hasta alcanzar en la actualidad un total superior a 180 industrias. Por Comunidades Autónomas, y en orden descendente, la implantación de estos negocios se distribuye como sigue: Castilla-La Mancha, (con 38); Castilla y León, (37); Andalucía, (26); Cataluña, (24); Aragón, (18); Valencia, (11); Canarias, (7), y Murcia, (5). Éstas serían las regiones que concentran la práctica totalidad de las empresas harineras. Por su parte, Galicia, País Vasco, Extremadura, y Baleares mantienen alguna compañía; mientras que en el resto de España han desaparecido (es el caso de Asturias, Cantabria, y Madrid).

Según datos del Instituto Nacional de Estadística, INE, la producción de harina de trigo blando supera los 3 millones de toneladas, con una facturación cercana a los 710 millones de euros, y unas exportaciones a terceros que rondan las 200.000 toneladas anuales, en estos últimos años. La panificación tradicional es la que absorbe casi 2 millones de toneladas al año de harina, por lo que se erige como el principal cliente de la industria harinera, y condicionan el funcionamiento y las exigencias de cara al mercado de trigos.

En porcentajes, y según datos de INCERHPAN ?organización interprofesional agroalimentaria de cereales panificables y derivados-, las harinas se destinan en un 66 por ciento a la panificación tradicional, seguido de las masas congeladas, con un 9 por ciento; galletas, bollería y pastelería ?ambos conceptos con un 8 por ciento cada uno-; pan de molde y tostado, con un 5 por ciento, y las harinas al consumo y otros usos no alimentarios, que representan un 1 y un 3 por ciento, respectivamente.

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