WASHINGTON/DETROIT (Reuters) - El Tribunal Supremo de Estados Unidos autorizó el martes la venta de la quebrada firma Chrysler a un grupo liderado por la compañía automovilística italiana Fiat, lo que supone una victoria para la empresa estadounidense y la administración de Barack Obama.
El tribunal rechazó una petición de un grupo de fondos de pensiones del estado de Indiana para retrasar el acuerdo de venta de Chrysler a un grupo liderado por FIAT (F.IT) que incluye a un fondo sindical y a los gobiernos de Canadá y Estados Unidos.
La Casa Blanca dio la bienvenida a la decisión judicial.
"Nos complace que la alianza Chrysler-Fiat pueda avanzar ahora, lo que permitirá a Chrysler resurgir como una automovilística competitiva y viable", dijo un responsable de la Casa Blanca, hablando con la condición de anonimato.
Representantes de los tres fondos de pensiones no pudieron ser localizados. Una portavoz de Chrysler no quiso realizar ningún comentario por el momento.
Chrysler quiere cerrar su venta el miércoles por la mañana, dijo una persona familiarizada con los planes.
La fuente no quiso ser identificada porque los planes aún no son públicos.
Según la operación acordada entre las partes, la "nueva Chrysler" estaría controlada en un 68 por ciento por un fideicomiso del mayor sindicato en la firma, un 20 por ciento quedaría en manos de Fiat y el resto sería para los Gobiernos de Estados Unidos y Canadá.
El caso de Chrysler ha sido muy esperado porque establece un precedente para General Motors, que está usando una estrategia similar para salir de la bancarrota que presentó en Nueva York.
Chrysler, Fiat y el Gobierno de Estados Unidos habían enviado un fuerte mensaje el martes al Tribunal Supremo, al asegurar que un retraso en la aprobación de la venta de la compañía quebrada más allá del 15 de junio haría fracasar el acuerdo.
La declaración, realizada en un documento enviado al tribunal, pretendía borrar las palabras de un portavoz de la firma italiana, que el martes había asegurado que Fiat mantendría su fuerte interés por quedarse con una participación en Chrysler aún después de ese plazo.
El grupo de fondos de pensiones de Indiana, que quería frenar la venta, se había apoyado en las palabras del portavoz para asegurar que ya no había tanta presión sobre el tribunal para decidir sobre el asunto.
El Gobierno del presidente Barack Obama también envió sus dardos a través de la fiscal general, Elena Kagan, quien aseguró que existía una "posibilidad sustancial" de que Fiat abandonara el acuerdo si no se aprobaba antes del 15 de junio.
Tanto Kagan como Chrysler mencionaron la débil situación financiera de la firma y aseguraron que pierde 100 millones de dólares al día durante la bancarrota.
La compra de Chrysler es clave en el proyecto del presidente ejecutivo de Fiat, Sergio Marchionne, de convertir a la sexta automotriz de Europa en términos de ventas en la segunda mayor empresa mundial del sector.
Chrysler logró además el martes que un tribunal le permitiera recortar en una cuarta parte el número de sus concesionarios en Estados Unidos. El juez Arthur Gonzalez dijo que su dictamen, que permite a Chrysler rechazar 789 contratos con distribuidores minoristas, tenía vigencia inmediata.
Mientras tanto, General Motors comenzó a reorganizar su dirección mediante el nombramiento del ex presidente ejecutivo de AT&T Ed Whitacre como presidente para el verano.
El mayor fabricante de coches de Estados Unidos, que presentó la bancarrota el 1 de junio, planea realizar un rápido proceso de venta que permita que de la protección judicial salga, en unos 60 a 90 días, una compañía mucho más pequeña.