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Habilidad, prudencia y al barro

Las ventas de todoterrenos no paran de aumentar. Pero no por ello crece el número de personas aficionadas a circular fuera del asfalto. Así, los conductores de estos coches los usan como un utilitario normal y, a veces, tratan de aprovechar sus peculiaridades para hacer alguna incursión por carreteras o caminos no asfaltados. Y esto es algo que no se enseña en las autoescuelas y que se aprende con la experiencia.

La precaución y el respeto al entorno natural deben presidir toda aventura campestre. De entrada, las luces deben estar siempre puestas para poder ser vistos, y, en la mayoría de las ocasiones, la tracción 4x4 también tiene que estar conectada. Se circulará por sitios permitidos, evitando salirse de las roderas y a velocidad moderada.

Más metros para frenar

Existe la creencia de que estos automóviles son más seguros que los turismos. No es cierto y conviene conocer sus características y las peculiaridades de su conducción. Los todoterrenos son más altos y pesados, y poseen el centro de gravedad más elevado. Es por ello que las inercias les afectan más y necesitan más metros para frenar. También resultan menos ágiles a la hora de esquivar obstáculos y su diseño cuenta con menores zonas de deformación en caso de impacto. La posición del conductor debe ser elevada y la distancia al volante más cercana para tener un cómodo acceso a los mandos.

Una de las prácticas más divertidas con estos vehículos es la subida y bajada de rampas y el vadeo de ríos.
La primera debe acometerse de frente y suele ser suficiente con poner la segunda en reductora. Si el coche se cala, se pisa el freno de pie para sujetarlo, se engrana la marcha atrás, se suelta el embrague y el freno y se arranca manteniendo las ruedas derechas. Al descender nunca se debe tocar ni el embrague ni los frenos. Puede ocurrir que el coche tienda a cruzarse. En ese caso, sin frenar, se acelera un poco para recobrar la adherencia y controlar el vehículo.

Si se quiere vadear un río, la entrada en el agua debe ser suave pero con un progresivo y constante aumento de la velocidad.
Las zanjas se cruzan en diagonal, procurando que haya en todo momento tres ruedas en contacto con el terreno.

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