LA PAZ (Reuters) - Bolivia aseguró el martes que seguirá adelante con la nacionalización de la industria de hidrocarburos, pese al desconcierto de empresas extranjeras ante las pérdidas millonarias que afrontarán por la medida y a las presiones a las que pueda verse sometido el país en una reunión de emergencia de presidentes sudamericanos.
La estatal brasileña Petrobras y la española Repsol-YPF son las mayores inversoras en la industria boliviana de hidrocarburos y las más afectadas por el decreto que obliga a las petroleras a entregar su producción al Estado y recibir a cambio participaciones de entre 18 por ciento y 50 por ciento.
No obstante, Chávez descartó que su gobierno esté detrás de la medida como han querido vincular analistas y críticos.
NEGOCIACION Y DIALOGO
La Cámara Boliviana de Hidrocarburos dijo en un comunicado nocturno que la nacionalización del lunes "altera de manera unilateral, negativa y sustancial las condiciones" del sector y, al reclamar "estabilidad jurídica y promoción a la inversión" y dijo que hará "sus mejores esfuerzos para promover un diálogo productivo entre el gobierno y las empresas".
La petrolera descartó la posibilidad de desabastecimiento de gas natural en el mercado doméstico brasileño.
Pero de cara a venideras negociaciones, el vicepresidente Álvaro García advirtió que el gobierno impondrá a la fuerza el nuevo modelo en los casos en que no logre acuerdos amistosos con la veintena de empresas que controlaban el sector.
Antonio Brufau, presidente de Repsol-YPF, se declaró "consternado" por las medidas bolivianas, aunque matizó que confiaba en lograr acuerdos con Bolivia en el plazo de seis meses fijado por el gobierno de Morales.
El gobierno de La Paz también decidió tomar el control de cinco compañías privadas, entre ellas una filial de Repsol-YPF y dos refinerías de Petrobras, y dijo que espera negociar amigablemente los términos de esta medida.