En la terraza del bar de la esquina, en la cafetería de enfrente, en la estación de tren, en el chiringuito de playa, en el campus universitario, en la peluquería, frente al quiosco de la prensa, junto a los columpios del parque, en la biblioteca y en el estadio de fútbol... hay WiFi abierto en todas partes, habita entre nosotros. Sólo hay que saber dónde se encuentra para disfrutar de sus ventajas en cualquier momento y circunstancia.
La última conquista del WiFi urbano apunta a los autobuses, aunque está por ver si es gratis para el usuario (financiado por publicidad) o de pago, a cambio de un pequeño recargo en el precio del billete. En ello está trabajando la Empresa Municipal de Transporte de Madrid, que ha elevado una consulta al regulador de las telecomunicaciones (CMT) para comprobar que el servicio cumple las normativas.
El fenómeno de los hotspot gratuitos (los puntos de acceso a la Red), ya sea como servicio complementario o reclamo para atraer clientes, comienza a generalizarse en España hasta el punto de amenazar el negocio de los tradicionales cibercafés. De hecho, decenas de cadenas de restauración lucen los distintivos del WiFi gratuito para captar a un tipo de cliente de larga duración, generalmente solitario, silencioso y... de bajo consumo
En Madrid y Barcelona existen barrios enteros con cientos de conexiones de WiFi abiertas a los vecinos por los propios particulares o por los dueños de comercios o todo tipo de establecimientos. También abundan los usuarios que, de forma premeditada o no, dejan abiertos sus routers, libres de contraseñas (con el riesgo que ello supone), para que cualquiera pueda acceder a la Red desde cualquier ordenador.
En busca del tesoro
En este empeño por olfatear las conexiones callejeras disponibles, algunos internautas estadounidenses lucen camisetas con detectores de WiFi (se pueden comprar en la tienda online ThinkGeek, por ejemplo). Estas prendas descubren las señales de 802.11 b o 802.11g (cobertura de banda anda ancha inalámbrica) y lo pone de manifiesto con luminosos destellos en cuanto se aproximan a las zonas con generosa cobertura de acceso a la Red. De hecho, esas camisetas funcionan con un par de pilas convencionales. También se comercializan pequeños dispositivos en llaveros que detectan las conexiones inalámbricas disponibles.
Existe WiFi en todas partes, porque miles de personas deambulan con dispositivos que pueden conectarse a Internet por estos medios. No sólo cargan con portátiles (cada vez más pequeños y ligeros para estos menesteres), sino también con teléfonos móviles, agendas electrónicas, consolas de videojuegos o reproductores de música MP3. En poco tiempo proliferarán los libros digitales, del tipo Kindle, como el que acaba de presentar Amazon, por el que los usuarios podrán descargarse cientos de miles de títulos editoriales en las cadenas de hamburguesas, en los centros comerciales o en cualquier hotel que se precie. También podrán consultar el email, ver los vídeos de su gusto, actualizar su estado de Facebook, chatear con los amigos o leer la prensa online de sus cabeceras favoritas.
La proliferación de móviles como conectividad WiFi ha despertado el apetito por este tipo de redes. De esa forma, cualquiera puede utilizar estos dispositivos para acceder a Internet sin que ello represente ningún gasto para su factura de móvil. Estos nuevos usos han animado a los operadores de móviles a comercializar tarifas planas de datos para así evitar la peligrosa competencia del WiFi gratuito.
Estados Unidos lleva muchos años de ventaja al resto del mundo en cuando a la democratización del acceso al WiFi. San Francisco fue la primera gran ciudad del mundo con cobertura inalámbrica pública. Hace cinco años, el que fuera alcalde de la urbe californiana, Gavin Newsom, proclamó a sus vecinos que no "pararía hasta que todos los ciudadanos de San Francisco tengan acceso a un servicio inalámbrico a Internet de forma gratuita". Lo dijo y lo hizo.
En España, especialmente en épocas de elecciones municipales, la oferta de banda ancha gratuita suele granjearse numerosas simpatías y votos. Hace dos años, el alcalde de Málaga, Francisco de la Torre, presumió ante sus vecinos al anunciar que regalaría 2.000 routers para convertir su municipio en la primera ciudad WiFi de España.
Otros ediles se comprometieron a reconocer el acceso a Internet como un servicio universal y público, con el mismo tratamiento que el alumbrado público, el alcantarillado o la recogida de basura. Motril (Granada) y Avilés (Principado de Asturias) también ganaron notoriedad en el mundo de Internet al ofrecer WiFi municipal, financiado a través de publicidad, en claro desafío a los operadores que viven de este negocio. Al final, ambos municipios sufrieron multas del regulador, pero no por ofrecer WiFi gratuito, sino por no haberse inscrito en el Registro de Operadores.
Según explican fuentes próximas a la CMT, la "Ley General de Telecomunicaciones especifica que las Administraciones Públicas pueden dar servicios de telecomunicaciones en condiciones que no distorsionen la competencia. Por tanto, que el WiFi sea gratuito no es legal o ilegal a priori. Habría que analizar en cada caso si un WiFi gratuito distorsiona la competencia". La misma Ley General de Telecomunicaciones deja claro que las Administraciones Públicas no pueden usar los impuestos para financiar el WiFi.
La posición del regulador es muy clara al no admitir los accesos de banda ancha inalámbrica que ofrecen gratuitamente los Ayuntamientos o Administraciones Públicas en zonas en las que los operadores privados han realizado sus inversiones y ofrecen sus servicios, ya que la competencia pública no respeta las reglas del libre mercado.
De esta forma, la CMT ha advertido a los ayuntamientos que "no deben realizar sus actividades de manera que establezcan barreras de entrada a los competidores privados y no provoquen la salida del mercado de estos por la imposibilidad de competir en igualdad de condiciones". Sin embargo, cualquier organismo público puede ofrecer WiFi gratis si cumple con determinados requisitos, tales como comunicarlo previamente a la CMT, especificar el periodo de vigencia y asegurarse de que, en la zona, no compite con operadores privados.
Los ayuntamientos no tienen que dar explicaciones a nadie si, a través de sus accesos WiFi abiertos, circunscriben el acceso a la Red a las páginas webs oficiales de organismos públicos, en línea con la doctrina de la Comisión Europea.
Tampoco existen trabas cuando el acceso a Internet en recintos públicos beneficia a los propios empleados, algo que también se extiende en bibliotecas o centros culturales a los usuarios suscritos a dichos centros.
La Asociación de Vendedores Profesionales de Prensa de Madrid y el Grupo Gowex han puesto en marcha un proyecto para crear una red abierta para conectarse a Internet vía WiFi, con la intención de habilitar miles de hotspots distribuidos por todos los kioscos de la capital. En la práctica, apenas una veintena de distribuidores de prensa de la capital ofrecen esta posibilidad.
Párrafo aparte merece Fon, la empresa creada por el empresario Martin Varsavsky que ahora propone como lema "Paga un poco en tu casa y navega gratis en todo el mundo". La comunidad de Fon tiene más de 700.000 suscriptores en todo el mundo. Todos ellos colocan su fonera (router WiFi con un amplificador de la señal) junto a la ventana, para facilitar el acceso a la banda ancha a los transeúntes. Según Varsavsky, viene a ser como "poner flores en los balcones".
Cuidado con las trampas
Los usuarios deben estar especialmente alertas ante presuntas ofertas de WiFi gratuitas con intenciones aviesas. Se trata de puntos de acceso que simulan redes privadas fraudulentas y que buscan obtener datos confidenciales y bancarios de sus víctimas.
La firma de seguridad informática Ontinet advirtió sobre el asunto al desvelar la operativa. Basta con que el delincuente encienda su ordenador portátil con conexión inalámbrica y ponga a disposición del público una conexión punto a punto, con nombres generalmente seductores. Por ejemplo, "acceso a Internet gratuito".
De esa forma, el usuario acuciado por acceder a la Red puede utilizar esos recursos de forma irresponsable, ya que los internautas pueden poner al descubierto los datos de la tarjeta de crédito, contraseñas o cualquier tipo de información confidencial. Para evitarlo conviene rechazar esas ofertas "punto a punto", cuyos iconos son dos ordenadores conectados, en lugar de la tradicional antenita.