En la semana que acaba, los máximos responsables de JP Morgan, Jamie Dimon; Citi, Vikram Pandit; y Bank of America, Kenneth Lewis, han dado una magnífica noticia en medio del ambiente de absoluta incertidumbre sobre el futuro de las entidades financieras mundiales y la efectividad de los sucesivos, y costosos, planes de rescate. Los tres bancos han asegurado que han vuelto a ser rentables en los dos primeros meses de este año.
Parece, aunque hay que interpretarlo con todas las cautelas, que tras las multimillonarias inyecciones recibidas inician el camino para volver a a desarrollar una actividad normal. La reacción de los mercados bursátiles, que han encadenado cuatro sesiones consecutivas de alzas alentados por los títulos financieros, se explica por el rayo de esperanza que traen estos datos. No se trata de pensar que lo peor de esta compleja y profunda crisis ya ha pasado, ni supone poner una fecha aproximada al inicio de la recuperación, pero sí es la primera buena nueva que trae el mundo financiero desde la quiebra de Lehman Brothers, hace ya seis meses.
Aunque todavía no se conoce cúal es el agujero que el terremoto subprime ha dejado en las entidades -los últimos cálculos lo sitúan por encima de los 5 billones de dólares y subiendo- la reciente evolución de Citi, JPMorgan y Bank of America parece indicar que, al menos, el pozo de las dificultades de los menguados gigantes bancarios tiene fondo, que las ingentes cantidades de dinero público recibido empiezan a hacer efecto y que, por tanto, los estados no tendrán que endeudarse hasta el infinito para salvar de la quiebra a sus mayores entidades financieras.
Bank of America, con sólo las cuentas de dos meses bajo la lupa, hasta se atreve ya a aventurar que no necesitará más ayudas del Gobierno Obama y que durante este ejercicio podría generar un beneficio cercano a los 50.000 millones de dólares. Ahora queda esperar si la recuperación de los bancos estadounidenses se confirme en los próximos meses y si a ellos se unen los europeos que más fondos públicos han recibido.
Esto alejaría de un modo contundente el peligro, aún existente, de colapso del sistema financiero y con esta profunda herida cerrada se podría empezar a pensar en los otros agujeros, los de la economía real.