
"El sector será diferente tras la crisis", admitió este miércoles el socialdemócrata alemán Günter Verheguen, vicepresidente de la Comisión Europea y titular de las carteras de Empresa e Industria, al referirse a los "cambios estructurales" que sufrirá la industria del automóvil. "Las decisiones sobre el cambio estructural deberán ser adoptadas por las empresas", subrayó.
"No corresponde a los Estados decidir qué fábrica debe cerrar o reducir la producción", añadió en respuesta a las declaraciones de Nicolas Sarkozy, presidente francés, y Miguel Sebastián, ministro español de Industria. Ambos políticos han exigido públicamente que las empresas que reciban ayudas públicas de sus respectivos Estados mantengan los niveles de empleo en sus territorios nacionales.
Según publica este miércoles el diario francés Le Figaro, como consecuencia de las presiones de la Comisión Europea, Francia estaría dispuesta a retirar de su legislación la cláusula que condiciona la adjudicación de ayudas al mantenimiento de empleo. Otra cosa es que el Gobierno galo y sus marcas de coche sigan considerando que aunque no se trate de una obligación legal contra la que Bruselas pueda recurrir ante el Tribunal de Justicia de la UE, sí se trata de un pacto de caballeros inviolable.
Disfrazar las ayudas
Francia también estaría contemplado la idea de disfrazar sus apoyos como ayudas regionales. El Derecho comunitario sí permite que se obligue a las empresas que reciben ayudas públicas a permanecer en la región en la que las reciben durante un lustro, si se trata de subsidios para impulsar el desarrollo de zonas económicamente desfavorecidas.
Los Gobiernos del Este de la UE temen que si las marcas reciben ayudas en el Oeste y se ven obligadas a mantener allí sus empleos, el cierre de plantas se produzca en sus Estados. Las arcas públicas de estos países orientales carecen de los recursos necesarios para competir con los subsidios de sus socios occidentales, más ricos.
El socialdemócrata alemán Günter Verheguen, vicepresidente de la Comisión Europea y titular de las carteras de Empresa e Industria, y la liberal holandesa Neelie Kroes, comisaria europea de Competencia, han presentado este miércoles una Comunicación en la que recuerdan a los Estados de la UE dónde está el límite de la legalidad de las ayudas que puedan dar al sector del automóvil para que sobreviva a la recesión.
Otras propuestas
Verheugen, partidario de que los Estados apoyen a sus fabricantes de coches y a la industria auxiliar, defendió la presentación de planes renove para incentivar a los consumidores a cambiar los coches viejos por modelos nuevos y menos contaminantes. También expuso las bondades de las ayudas a la investigación y al desarrollo (I+D) de coches que consuman menos energía y emitan menos gases con efecto invernadero.
Y aseguró que tras la crisis vendrá una rápida recuperación, liderada en el ámbito mundial por las marcas europeas, de las que dijo que están a la vanguardia de los coches del futuro: más ecológicos.
Kroes, mucho más reacia a las intervenciones públicas en la economía y muy alerta a que estas puedan encubrir prácticas proteccionistas -por ello está investigando los planes de Francia, España e Italia-, admitió que los Estados tienen derecho a tomar medidas para contener el desempleo en su territorio, siempre que no tengan efectos colaterales que destruyan empleo en los países vecinos. Kroes ha subrayado en las últimas semanas que las ayudas que se concedan para que el sector supere esta coyuntura no deben desincentivar su necesaria reestructuración.
Planes europeos de reconversión
Francia asegura que no habría lanzado un plan nacional de ayuda a los fabricantes de automóviles si Bruselas no se hubiera resistido a diseñar planes europeos. Pero el Ejecutivo comunitario se encuentra entre la espada y la pared: entre países que cómo Francia, Italia y España que temen que la reestructuración del sector provoque una caída del empleo en sus territorios, y Estados como la República Checa, que esperan seguir beneficiándose de la deslocalización de plantas de montaje desde la Europa occidental hacia el Este.
París también asegura que dentro de un lustro apenas quedarán en el mundo media docena de grandes marcas de coches. Y defiende su intervencionismo argumentando que quiere contribuir a que buena parte de ellas sean europeas. En los pasillos de Bruselas hay quien rescata del olvido los planes europeos de reconversión de los sectores naval, siderúrgico y textil. Planes en vigor cuando España entró en los años 80 al club comunitario.
Si hubiera una nueva oleada de estos planes de reconversión, las fuentes comunitarias que sugieren que se podrían sacar del cajón y desempolvarlos, añaden que los candidatos para su aplicación serían el sector del automóvil, pero también el bancario. La comisaria Neelie Kroes no ha mencionado estos planes, pero sí reclama la reestructuración y liquidación de los bancos en apuros. Y vaticina la emergencia de un grupo restringido de grandes bancos globales entre los que espera que haya entidades con sede en la UE.