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Los ocho retos para el futuro del pistacho en España

Imagen: Dreamstime.

El interés por el pistacho no deja de crecer en España. En nuestro país hay 25.000 hectáreas de este árbol y la producción en el último año se duplicó pasando de las 1.500 toneladas a las 3.000 actuales. Descárguese gratis la revista elEconomista Agro

En los cuatro últimos años se ha plantado el 90 por ciento de un cultivo que en España empezó a desarrollarse en 1996. Espoleado por la rentabilidad que proporciona y por la mejora que ofrece a las tierras de secano, el único freno que parece contener algo la expansión del pistacho es la gran inversión inicial que hay que hacer.

"Entre los 5.000 y 6.000 euros por hectárea para un árbol que tarda unos seis años en entrar en producción. Un tiempo en el que solo pones dinero", explica José María Rey Mambrilla, presidente de la Asociación de Productores de Pistacho de Castilla y León, Aspropicyl.

Castilla-La Mancha, es la comunidad con más hectáreas plantadas. 20.000 de las 25.000 hectáreas de nuestro país están en esta región. Le siguen después ya a mucha distancia Andalucía con 3.000 hectáreas y Extremadura y Castilla y León con 900 y 700 hectáreas respectivamente.

Ante unos datos tan positivos y que no paran de crecer exponencialmente, cabe preguntarse por las posibilidades reales de este cultivo y si tiene de verdad futuro para el campo español o solo es una burbuja pasajera. Según José Francisco Couceiro López del Instituto Regional de Investigación y Desarrollo Agroalimentario y Forestal (IRIAF) de Castilla-La Mancha, la entidad que lidera la investigación del pistacho en España, definitivamente sí.

"Actualmente para satisfacer la demanda del continente europeo y evitar las exportaciones harían falta unas 120.000 hectáreas y solamente tenemos unas 40.000 hectáreas de este cultivo, de las cuales, prácticamente la mitad son españolas", explica este investigador.

Las previsiones son todavía mejores, según Couceiro, en los próximos 20 años "vamos a necesitar unas 300.000 hectáreas en Europa para evitar las exportaciones debido al aumento del consumo y desarrollo de la industria asociada a este cultivo". A estos datos hay que añadir la situación actual por la que pasan los principales productores en el mundo.

Estados Unidos, el mayor productor mundial de pistacho con unas 300.000 toneladas y 140.000 hectáreas, tiene problemas. Las condiciones climáticas cada vez más adversas con menos horas de frío y periodos más prolongados de sequía están afectando cada vez más a la viabilidad de un sistema de cultivo basado en la producción de kilos y no en la calidad.

El área de cultivo de este país indicada para el pistacho ha sobrepasado su límite y además hay 20.000 hectáreas afectadas por Rhodococcus. Irán, el país con más hectáreas plantadas, unas 250.000 hectáreas y segundo productor mundial con 250.000 toneladas de producción, también atraviesa dificultades.

"Su manejo arcaico, unido a unos recursos hídricos cada vez más insuficientes y condicionados por la salinidad de su agua, están deteriorando los árboles de pistacho por lo que arrancan una media de entre 15.000 y 20.000 árboles al año".

Retos para el futuro

Los problemas de los principales países productores unidos a la demanda creciente son una buena base para creer en el futuro del pistacho si España consigue superar los ocho retos que, según José Francisco Couceiro López, tenemos que afrontar.

El primero pasa por establecer las plantaciones en las zonas más adecuadas tanto en clima como en suelo. En segundo lugar, es necesario tener "mayor control sobre el material vegetal que nos venden teniendo una certificación de que lo que compramos es lo que pedimos".

El tercer reto pasa por apostar por la producción ecológica. "España es uno de los países con mayor proyección para este sistema debido a que tiene una climatología perfecta, a lo que hay que unir que la demanda de productos ecológicos no para de crecer".

El cuarto desafío debe ser dar máxima prioridad a la calidad "que es lo que podemos ofrecer sin competencia". Un pistacho con unas grandes cualidades organolépticas, con sabor, grande y cáscara blanca y abierta.

El quinto reto pasa por estimular el consumo debido a sus virtudes saludables en la prevención de las enfermedades cardiovasculares y un producto con infinidad de posibilidades para la cocina moderna.

El sexto punto hace referencia a la mejora del procesado del pistacho. "Tenemos que apostar por maquinaria de última generación, con materiales de acero inoxidable y unas instalaciones muy parecidas a los que son las bodegas modernas de hoy en día".

El séptimo reto en el que habría que incidir sería en el desarrollo de la industria adyacente. Desde helados y confitería, hasta la cosmética donde el aceite de pistacho ya se está utilizando, o la decoración donde también se aprovechan las cáscaras para hacer creaciones y diseños.

Por último, uno de los mayores retos, el avanzar en la investigación y divulgación. "No conocemos todavía suficientemente el cultivo y tenemos problemas que resolver como plagas y enfermedades o invertir en el desarrollo de nuevas variedades y nuevos portainjertos".

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