Agro

A propósito de la polémica sobre el sector porcino

Miguel Ángel Díaz Yubero

Nunca deberíamos elevar una excepción a la categoría de regla. Resulta inaceptable desde el punto de vista científico y es tremendamente parcial e impreciso desde una óptica periodística.

Este argumento viene a cuento del revuelo levantado por la reciente entrega del programa "Salvados", emitido en La Sexta el pasado 4 de febrero. Bajo el título "Stranger pigs", un guiño un tanto frívolo a la exitosa se-rie de Netflix "Stranger things'" Jordi Évole denunciaba el lamentable estado sanitario en que eran mantenidos los cerdos de una granja murciana, así como las precarias condiciones laborales de los empleados de un matadero catalán. Las impactantes imágenes y los duros testimonios, siendo ciertos, únicamente muestran las malas prácticas de un determinado ganadero y de un matadero en concreto. En absoluto reflejan la realidad del sector porcino español. Son una excepción, no la regla.

Decía el ensayista sueco Johan Norbert que "somos adictos a las malas noticias". Pienso que tiene razón. El periodismo, por definición, da malas noticias, enseña lo que alguien, en algún lugar, no quiere que se sepa. Eso es todavía más cierto en un programa de denuncia socio-política como "Salvados". Sin embargo, reconociendo el valor de este y otros espacios semejantes, es imprescindible exigirles que informen de manera rigurosa y hagan justicia a una industria, la del porcino, que en las últimas décadas ha invertido una enorme cantidad de esfuerzo, dinero e innovación tecnológica con el fin de satisfacer los más altos estándares de calidad.

Hay en España 82.000 granjas de cerdos y 700 mataderos. El sector porcino genera 300.000 empleos directos y una cifra de negocio de 15.000 millones de euros al año, de los cuales 5.000 millones corresponden a exportaciones. Nuestro sector porcino es un sector potente, moderno, creador de riqueza, en la vanguardia internacional. Cumple todas las normas laborales, medioambientales y de bienestar animal, que por cierto son comunes al conjunto de la Unión Europea.

A lo largo de mi vida profesional, tanto en el Ministerio de Agricultura como en diferentes empresas agroalimentarias, he comprobado el gran trabajo realizado en el sector para alcanzar su nivel actual y he vivido la transformación origi-nada por los adelantos en genética, alimentación, sanidad, seguridad, trazabilidad, bienestar animal y medio ambiente. Las inversiones acometidas para dotar a las explotaciones ganaderas, las fábricas de pienso, los mataderos y las industrias de transformación de todos los elementos de innovación tecnológica han permitido que España ocupe una posición muy destacada en el panorama mundial.

Tenemos motivos para estar orgullosos de los ganaderos, empresarios y trabajadores dedicados a esta labor.

La ganadería intensiva ha puesto en nuestras mesas carnes de calidad a precios asequibles, ha supuesto una revolución económica y de los hábitos de consumo. Hay margen para seguir mejorando en as-pectos como el impacto ambiental de las explotaciones o las condiciones de vida de los animales. Ya se ha avanzado de forma sustancial en los últimos años con la aplicación de nuevas normativas sobre estas materias, paralelas a la aparición de una conciencia ambiental entre los consumidores, que tienen mucho que decir en el terreno de la alimentación y que son, en última instancia, quienes reconocerán el buen hacer de las empresas del sector porcino.

MIGUEL ÁNGEL DÍAZ YUBERO

DOCTOR EN VETERINARIA

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