En tiempos en los que el cinturón aprieta no solamente hay que ser productivos, sino también parecerlo, y eso está afectando también a los más ricos.
La tendencia ha cambiado y mientras que anteriormente se consideraba "el trabajo manual, la industria, todo lo que está relacionado directamente con el trabajo diario de ganarse la vida, es la ocupación exclusiva de la clase inferior", afirmación de Throstein Veblen, en su "Teoría de la Clase Ociosa" del siglo XIX, a día de hoy, los emprendedores y ejecutivos son los que se imponen a aquellos que viven de las rentas.
Según un estudio publicado esta semana en Canadá, que recoge The Wall Street Journal indica que el 1% de las mayores fortunas obtienen más del 66% de los ingresos de sus salarios, frente a lo que ocurría en los años 50 y 60 en los que la proporción no alcanzaba ni el 45%.
Unos números parecidos maneja Emmanuel Saez, del Departamento de Economía de la Universidad de California, relativos exclusivamente al sector estadounidense , en los que los ingresos por salarios de ese 1% supone el 56% en vez del 40% que se recogía en los años 40.
Saez apostilla que "los que obtienen mayores ingresos en la actualidad no viven de la renta" sino que son ricos trabajadores, empleados con elevados salarios o nuevos emprendedores que aún no han acumulado fortuna".
Por su parte, el economista jefe del Canadian Center for Policy Alternatives, Armine Yalnizyan, a una entrevista al Vancouver Sun cree que la razón de esta evolución proviene de la valoración que se hace del "trabajo de quienes están arriba. No son ganancias de capital, no son cuantos activos tiene, realmente es una cuestión de ganancias y cómo se recompensa el trabajo de los jefes, los famosos, los artistas, los atletas".