
De ganar siete Ligas ACB como pívot del Barcelona y del Joventut de Badalona a representar deportistas, aconsejarles sobre aspectos financieros o fundar Lánzame Capital, una lanzadera e incubadora de start-ups con base tecnológica. Ferrán Martínez, que fuera deportista de alto nivel e internacional con España en Juegos Olímpicos, Mundiales y Europeos publica ahora el que es su cuarto libro, 'La alquimia de la prosperidad' (Ediciones Urano), en el que pretende dar "pequeños consejos" sobre el ahorro o el mundo empresarial, aunque sin olvidar nunca el baloncesto. Antes publicó 'La cancha de la vida', 'Liderazgo y reputación' y 'Zen 305'.
¿'La alquimia de la prosperidad' es un libro dirigido al ahorro personal, al emprendimiento, o a las dos cosas?
Es un libro que va destinado a ambas cosas. Son consejos para intentar sacar provecho a la capacidad de ahorro que tienen todas las personas. En el libro hablo mucho de que los tiempos de crisis son los más propicios para los cambios y que es la hora por apostar por el emprendimiento. El libro también va de entender el momento en el que estamos, y entender el dinero. Y al final hago una comparativa, porque el deporte para mí es una escuela de vida, entre la estrategia del basket, y la de la inversión y el ahorro.
En el libro toca claves sobre el ahorro, la búsqueda de empleo, el emprendimiento o la financiación. ¿Qué se va a encontrar el lector?
Está escrito de manera muy sencilla para que el lector pueda leer en orden, o del final hacia adelante. Está dividido en tres bloques. En el primero hablo de la importancia de las pequeñas cosas, con pequeños consejos para optimizar nuestros recursos.
El segundo bloque es sobre pensar a lo grande. Yo soy de la opinión de que al emprender los objetivos han de ser lo más elevados posible, dentro de un realismo. Ahí he querido poner referencias de personas cuyo mensaje pienso que es positivo, como Bill Gates o Steve Jobs. Personas que se han hecho a sí mismos. Es muy importante saber perder o fracasar, para mí un fracaso es siempre una oportunidad de levantarse.
El último trata sobre comprender el dinero. Doy unos pequeños consejos para, por ejemplo, hacer una planificación financiera personal, o enfocar la familia como una pequeña empresa o un pequeño equipo. Explico cómo aplicando pequeñas cosas cada día consigues grandes cambios.
Su mensaje respecto a la situación actual es muy optimista
Es un mensaje muy optimista, como soy yo. Cuando se producen cambios la gente tiene miedo, y más en estos tiempos en el que todo va a una velocidad muy alta. En momentos difíciles es cuando hay que sacar lo mejor de uno mismo. Y esto lo vuelvo a comparar con el deporte: cuando parece que estás peor, hay que sacar el talento y saber trabajar en equipo.
¿Cuáles son, para usted, los ingredientes necesarios para esta 'alquimia de la prosperidad'?
Las claves pasan por tener una conciencia propia, conocer en qué situación estás, cuáles son tus ingresos y tus gastos e intentar siempre gastar menos de lo que ganas. Estar informado de todo y tener un carácter optimista, que yo creo que es básico para la vida. Tener capacidad de adaptación, estar siempre abierto a todo y tener una mentalidad abierta. También tener compromiso con lo que te propones, igual que un deportista sabe que no puede dejar de entrenar.
Nosotros y nuestros hijos, como la generación mejor formada, deberíamos tener más herramientas para superar cualquier adversidad. Nuestros abuelos aplicaban el sentido común porque tenían inculcada la cultura del esfuerzo. Habría que ir hacia esos valores, hacia el mérito personal y colectivo.
¿Qué tienen en común la economía doméstica y el emprendimiento?
Creo que tienen muchas similitudes, porque al final todos podemos tener buenas ideas, pero lo importante es cómo llevarlas a cabo y como gestionarlas. Al final una familia o una economía doméstica no dejan de ser como una empresa, en la que todos los miembros tienen ambiciones y objetivos. Se trata de optimizar recursos que dispones para invertirlos. Para mí lo principal es una buena educación de los hijos, que les permita estar muy preparados para el día de mañana, o buscar la felicidad familiar.
A la hora de emprender, tener la mente abierta y ambición no quiere decir que no vayas a pasar por situaciones difíciles. Al final, para que algo salga bien también tiene que irte mal, para ganar ligas hay que perder partidos.
Tras su carrera deportiva, usted ha pasado por la representación deportiva, el asesoramiento a deportistas o la inversión en start-ups. ¿Fue fácil esa reconversión personal y profesional?
Nunca es fácil, lo que sí es vedad es que yo, gracias a mi madre y a mi mujer, tuve muy claro que el deporte tenía una duración limitada. Nunca dejé de ir estudiando un poco, empecé con temas económicos, luego hice temas de informática.
También es verdad que me habían hecho una mala inversión en un banco, y entonces en vez de preocuparme me puse a estudiar análisis financiero y renta variable durante dos años, además de un MBA, para ir a negociar con este banco e intentar recuperar lo que había perdido. Fui a negociar con el banco, y en un año y medio pude recuperarlo todo.
Este banco vino a ficharme después para que hiciera con otros deportistas lo que yo había hecho conmigo mismo. Un problema lo convertí en una oportunidad, y gracias a ello empecé a dedicarme a asesorar financieramente a futbolistas, tenistas, pilotos o jugadores de golf.
¿El deportista está ahora más preparado para dar ese paso de la competición a otro tipo de ocupaciones?
Afortunadamente cada vez hay gente más formada, con entornos de confianza mejor preparados. A pesar de todo esto, la historia se va repitiendo, y tenemos muchos casos de grandes deportistas cuando se les ha cortado el grifo no han sabido ahorrar, no por mala intención sino por desconocimiento. Hay estudios que dicen que casi el 60% de los deportistas a los cinco años de haberse retirado tienen problemas económicos.
Actualmente usted es presidente de Lánzame Capital, una compañía aceleradora e inversora en start-ups. ¿Qué busca en un proyecto para apoyarlo?
A nosotros nos llegan empresas jóvenes de base tecnológica, suelen ser proyectos que ya están facturando. Procuramos entrar en la fase más inicial posible y les acompañamos, buscamos inversores y entramos como socios. Hacemos un seguimiento de cómo va evolucionando todo y mantenemos informados a nuestros inversores. Nos proponemos entrar en entre unas seis y ocho compañías al año. Y de esta manera evitamos que estas empresas con grandes proyectos se marchen fuera de España.
¿Cómo ve el ecosistema español de start-ups? ¿Hay futuro en los nuevos proyectos que usted encuentra? ¿Se le está prestando la atención necesaria?
Yo creo que tenemos un muy buen futuro en España. Ha cambiado el concepto: cada vez más la gente joven acepta arriesgarse para seguir adelante, y esto es muy importante. Querer ser un empresario es muy positivo. Antes veíamos con envidia sana a los americanos por su capacidad de crear y reinventarse, aquí está arrancando muy fuerte esto, y hay muchas empresas jóvenes que tirarán para adelante. Estoy convencido que este mundo del emprendimiento irá a mucho más.