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¡No más listas de consejos para triunfar!

  • "Los únicos cambios útiles nacen de una reflexión profunda y madurada"
Imagen de Thinkstock

Estoy harta de tanta presión por superarnos. O de tanto entretenimiento cliché. Las listas de consejos para trabajar mejor, emprender con éxito, comer mejor, mantenerse en forma, ahorrar más o invertir mejor, mantener relaciones maravillosas con tu pareja, hijos y amigos? resultan tópicas e inútiles. Por eso, hoy por hoy, su interés simplón apela a la misma curiosidad que nos lleva a leer el horóscopo.

Entiendo que el tiempo dedicado a la lectura -y más en Internet- es reducido. Y que a todos nos abruman las mismas presiones para concretar una mejor versión de nosotros mismos.

Pero, sinceramente, los únicos cambios útiles son los que nacen de una reflexión profunda y madurada, están alineados con nuestros valores, se esbozan desde una visión y una intención real de cambio y se concretan en acciones realistas y continuas.

Las personas que cambian lo suelen hacer bien porque están viviendo una situación traumática que las obliga a ello, bien porque tienen un enfoque constructivo de sus vidas, e introducen mejoras de manera continua.

Pero puestos a mejorar, reconozcamos que uno de los mayores frenos al cambio es confundir los ataques de orgullo visceral con una autoestima sana.

Autoestima sana

En España es frecuente creer que tener una autoestima sana es aceptar los defectos propios sin culpabilizarse en exceso. Asumir que la personalidad de uno es un activo fijo que las personas que nos quieren tienen la obligación de aceptar. Y, cuando es necesario, defendernos de las críticas con agresividad.

Pues señores, permítanme que les corrija. Una autoestima sana es la que reconoce los aspectos de nuestro carácter que merece la pena cambiar. La que lleva a escuchar con humildad, a crecernos ante las dificultades, a ser coherentes y sencillos.

La autoestima sana es la que lee las listas de consejos y se sonríe al reconocer que están escritas desde lo anecdótico. Y que se plantea lo útil que sería dedicar esos dos minutos de lectura a reflexionar sobre cómo ser mejores personas. No simplemente mejor que otros. Ni mejor para los otros. Sino un poquito mejor que nosotros mismos. Para nosotros mismos.

María Millán, Consultora en estrategia.

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