
A menor seguridad, mayor rentabilidad y viceversa. Éste sí que parecía un axioma exportable a todos los ámbitos de la actividad económica -pensaba yo- pues casi cada experto en cada conferencia o curso lo traía a colación casi siempre. Total, que al final lo das por bueno.
Pues no lo es. Por lo menos siempre no lo es. Un ejemplo: el mercado de trabajo.
Evidentemente uno está dispuesto a asumir mayores riesgos siempre que a cambio obtenga un beneficio mayor. Ésta es una conducta humana lógica, razonable y de paso común.
Salvo casos de filantropía o caridad cristiana, llámenlo como quieran rojos o azules, lo normal es que una persona movilice su posición, si luego va a disfrutar de una recompensa.
En términos de inversión financiera cada uno es libre para decidir su perfil de riesgo: "Hola buenos días, soy José Pérez, soy conservador". Perfecto, no pretenda rentabilidades de dos dígitos.
Intangible
Pero no en todos los ámbitos de la vida la seguridad es tan sencilla, ni tan libre. La seguridad no es per se nada, es un intangible. La seguridad la da alguien o la da algo, y además en muchas ocasiones hay que hay que pagarla.
¿Quién da la seguridad a un empleado en una empresa? ¿La legislación laboral? Indudablemente cierta seguridad da. El hecho de que haya unas reglas del juego permite en principio plantear la posibilidad de empezar el partido. Pero no nos equivoquemos, el grueso de la seguridad al trabajador se la da la empresa que lo contrata.
¿De dónde saca la empresa esa seguridad para trasladarla a sus empleados? Tiene sentido pensar que de sus clientes por un lado, y del valor de los productos y servicios que comercializa por otro. Si hay contratos firmados, cartera de pedidos, si es una empresa que hace algo mejor o más barato (o ambos) que la competencia, habrá comprado la seguridad suficiente para repartirla entre trabajadores, proveedores, colaboradores y amigos.
Ahora vamos a situarnos en un escenario en el que las compañías compran esa seguridad mucho más cara o consiguen atesorar mucha menos que hace unos años. Donde antes sus clientes aprovisionaban diez, ahora justo la mitad y donde había cinco competidores ahora hay cien y de veinte países diferentes -algunos de ellos con costes mucho menores-. ¿Cómo se llama la película? Hoy.
Mercado de la seguridad
El mercado de la seguridad está cada vez más caro, ha colapsado, algo parecido a lo que sucedió no hace mucho con los mercados financieros. La prima de riesgo laboral se ha disparado y ni ha corregido, ni tiene pinta de que vaya a corregir. Tendencia alcista clara.
"Mire usted, a mí me da igual, yo soy conservador", he decidido libremente. Lo siento, ahora ya no se puede ser libre en este aspecto, tiene que tener usted un perfil dinámico por imposición, o si le suena mal el término, en virtud del artículo treinta y tres. Sí, el treinta y tres -que era el que usaba mi madre cuando zanjaba una cuestión-.
Perfecto, pues hemos de llegar a un acuerdo, yo asumo mayor riesgo por el artículo treinta y tres, pero usted debe de hacerme partícipe de un beneficio mayor, o como mínimo de unas expectativas de beneficio mayor. Lo que tiene poco sentido es que yo sea dinámico por imposición y, a cambio, reciba lo mismo o menos. Se está usted cargando el axioma que utilizan todos los expertos en casi todas las conferencias.
"De acuerdo, así lo haremos". Si el cuento acaba así, podemos continuar con el clásico y fueron felices y comieron perdices.
Pero si usted empresario o trabajador, se empecinan en cambiar el final del cuento y obvian el famoso axioma que casi todos los expertos proclaman en casi todas las conferencias... entonces aparece el lobo, y muy cabreado.
José María de Hevia Ivars, Socio director EFE&ENE Multifamily Office.