Empleo

María Jesús y Diego, toda la familia en paro

Cola a la entrada del comedor de la Hermandad del Refugio. Fotografía: N. Martín y E. Senra

La pareja española integrada por María Jesús, de 34 años, y Diego Alba, de 42, compartió en la mañana del pasado 23 de febrero algo más que un hogar. Los dos formaban parte de una cola de más de 40 personas en la oficina de empleo madrileña de Méndez Álvaro antes de que abriera sus puertas a las 9.00 de la mañana de ese lunes. Eran de los primeros. Los dos querían informarse sobre los subsidios y las prestaciones por desempleo.

Si no fuera por la crisis, la pareja llevaría a esas horas a su hijo de un año a la guardería antes de ir al trabajo. Sin embargo, desde el 16 de febrero, a Diego no le queda más remedio que ser responsable de las tareas domésticas. Es uno de los 715 empleados de la empresa de energía solar Isofotón afectados por un Expediente de Regulación de Empleo (ERE) de carácter temporal. Según datos del Ministerio de Trabajo, en 2008, fueron registradas 104.365 suspensiones de empleo como ésta. "Entre marzo y junio cobraré una prestación de 1.100 euros. Después, vuelvo a trabajar", dice Diego, haciendo planes.

Casualidades: cuando él empiece a recibir el paro, María dejará de cobrarlo. Desde hace un año, ella forma parte de esa maldita lista de desempleados. Era coordinadora de servicios sociales de una empresa, pero tenía un contrato temporal. Y si los despidos no distinguen entre géneros, edades y nacionalidades, tampoco lo hacen con el tipo de contrato del afectado.

"Me queda un mes de prestación"

Según análisis de la Fundación de Estudios de Economía Aplicada (Fedea), basado en datos del INE, 32 de cada 100 trabajadores temporales perdieron su empleo -como María- desde julio de 2007 hasta diciembre de 2008, frente a 4 de cada 100 entre los que tienen contrato indefinido.

"Me queda un mes de prestación que, en mi caso, es de 630 euros. El problema es que tenemos comprometidos 1.300 euros de gastos fijos al mes: el alquiler, la hipoteca y demás préstamos bancarios", explica María, preocupada por las cifras que no cuadran con el presupuesto familiar.

Para ahorrar, ella dejó de hacer compras semanales en el supermercado. Ahora rellena la cesta de la compra una vez al mes. Y ni se enteró de las rebajas de enero... "Sobra lo justo para comer y no puedo contar con el apoyo financiero de mis padres", dice. A María le gustaría trabajar en el sector servicios, pero, en el momento actual, no es sencillo. "Los cursos de formación pueden servir. Sin embargo, las agencias de empleo no tienen trabajo que ofrecerte", afirma.

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