Empleo

Guido Choque: posible billete de vuelta

Guido Choque.

El 15 de diciembre marcó un antes y después en la vida del boliviano Guido Choque González, de 45 años, que vive en Madrid desde hace dos y forma parte de un ejército conocido como el de los "sin papeles". Hasta diciembre, trabajaba como electricista en el sector de la construcción. Cobraba 1.200 euros al mes como autónomo. Sin embargo, con la caída en picado del sector inmobiliario, Guido perdió no sólo su salario mensual más o menos fijo -que ha sido reducido a jornadas-, sino, sobre todo, su profesión, ésa que tanto le gustaba.

"Salgo de casa a las 6.30 todos los días para buscar trabajo en Atocha y Plaza Elíptica, pero no hay más puestos de trabajo para electricistas en la actualidad. Te ofrecen menos de 35 euros al día si ejerces como ayudante. Y este dinero no alcanza para los gastos en una ciudad como Madrid. Sólo mi alquiler cuesta 350 euros cada mes y aún tengo que comprar comida, pagar el agua y la luz, además de los gastos en transporte", se queja el boliviano, que se ha visto obligado a cambiar sus antiguos hábitos. El pasado día 19 de febrero -reconoce-, cenó, por segunda vez, en el Comedor de la Hermandad del Refugio, en la céntrica zona de Callao.

"Seguiré en comedores sociales"

A las 18.30, Guido era una de las casi 50 personas que aguardaban en dos colas, delante del número 16 de la Calle Corredera Baja de San Pablo, para comer comida caliente o, si no hay suerte, bocadillo. La elección no depende de ellos, sino de cuál sea su posición en la cola. El número de plazas es limitado.

"Voy a seguir comiendo en los comedores sociales, porque falta dinero. Mi mujer trabaja como interna en una familia, pero no puede mantener sola la casa. Estoy dispuesto a trabajar de lo que sea. Si me ponen a lavar platos, lo hago. Pero parece que ni eso... Si no consigo nada en dos meses, pienso en regresar a Bolivia", acepta Guido resignado.

Aunque no tenga papeles, el boliviano es el único en la cola dispuesto a hablar de su condición de parado y contar su historia. Tiene esperanzas de que le oigan. Mientras posa para la foto, otros optan por girar sus rostros para no ser captados por el objetivo. Sin embargo, Guido quiere ser visto. Con una carpeta en las manos y bien vestido, un hombre con más de 40 años rechaza participar en el reportaje. "Si estoy en esta cola, es porque estoy en el paro", dice avergonzado.

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