El socialista se decanta por subir los impuestos a las rentas más elevadas. El actual presidente aplicará la reforma del IVA y aumentará la jornada laboral. Especial sobre las elecciones francesas.
El futuro de Francia, y en parte de toda Europa, empieza a jugarse este domingo, con la primera vuelta de los comicios presidenciales que decidirán si Nicolas Sarkozy sigue al frente del país galo o lo hace, por el contrario, su rival, el candidato socialista François Hollande. Algo, esto último, que según los sondeos publicados tiene muchos visos de poder suceder. Todos predicen su victoria; sólo una, la encuesta del instituto Harris Interactive, sitúa a Sarkozy en cabeza en la primera vuelta con un punto porcentual de ventaja sobre Hollande, aunque también le da derrotado en la segunda. De hecho, según la mayoría de paneles, el candidato socialista tendrá entre el 27 y el 30 por ciento de los votos mañana, mientras que la horquilla del conservador se mueve entre el 25 y el 28 por ciento.
La economía, más que nunca, manda en estas elecciones. La crisis interminable que asola a la eurozona, el debate en torno a la necesidad de emprender políticas de mayor estímulo frente a los dolorosos recortes que asfixian a los países de la periferia europea o qué papel ha de jugar en todo esto una institución clave como el Banco Central Europeo son sólo algunos de los temas que han sacado a la palestra ambos líderes, trufados eso sí de mensajes mucho más populistas. Sarkozy, por ejemplo, no se ha cansado de advertir que votar al socialista Hollande tendrá para Francia las mismas consecuencias que tuvo para España las dos legislaturas de José Luis Rodríguez Zapatero y que han instaurado la desconfianza de los mercados en el país, siempre según el galo.
Con todo, muchos consideran que ha sido una campaña mediocre en la que ha faltado un debate profundo sobre el rumbo de la economía y las reformas necesarias. La gran incógnita de los comicios de mañana es el nivel de abstención y el porcentaje de votos que reciban Marine Le Pen, la candidata de extrema derecha, y Jean LucMelenchon, el candidato de extrema izquierda. Con sus propuestas extremas, ambos empujaron a Sarkozy y Hollande a salirse un poco del guión.
El papel del BCE
Acorralado por su caída en los sondeos, el presidente-candidato dio un giro inesperado en su gran mitin en la plaza de la Concordia, el domingo pasado en París. Sarkozy anunció ante sus seguidores que, si es reelegido, reabrirá el debate sobre el papel del Banco Central Europeo en las políticas de crecimiento. "Si el BCE no apoya el crecimiento, no conseguiremos crecer lo suficiente. La crisis nos ha demostrado los límites de las reglas fijadas por e lTratado de Maastrich?, aseguró Sarkozy.
El mandatario dijo que el tema no debe ser tabú y que también quiere hablar sobre la política monetaria y los tipos de cambio. Un giro de 180 grados puesto que en noviembre pasado durante una cumbre en Estrasburgo el propio Sarkozy había acordado con la canciller alemana Angela Merkel no hablar del BCE y dejar a la institución actuar con independencia.
Una propuesta que se parece bastante a la de su principal rival, François Hollande. El candidato socialista mantiene desde el principio de la campaña que, si llega a la presidencia, va a renegociar el tratado de disciplina fiscal firmado por los socios europeos para incluir una dosis de políticas de crecimiento y contrarrestar los efectos de las medidas de austeridad.
En su última entrevista, ayer antes de la veda electoral, Hollande dio una nueva vuelta de tuerca a su posición. Se declaró a favor de que el BCE baje aún más sus tipos de interés para dar un empujón al crecimiento y que preste a los Estados en vez de prestar a los bancos. "Sería más juicioso, eficaz y rápido que el BCE actuara como prestamista de último recurso. Es una posición que defiendo desde hace años", insistió el socialista.
Menos austeridad
En esta última semana, los dos candidatos con más probabilidades de enfrentarse en la segunda vuelta del 6 de mayo, han dejado un tanto de lado las propuestas de austeridad, menos populares, para apuntar a políticas que intenten relanzar la economía y el consumo. François Hollande prometió para principios del verano un leve aumento del salario mínimo que se sitúa actualmente por encima de los 1.300 euros brutos.
Pero la principal dificultad es la misma para ambos, las magras previsiones de crecimiento que les dejan poco margen de maniobra para cumplir con sus promesas de más gasto social y relanzar la economía al tiempo que intentan cumplir con los objetivos de reducción de déficit.
Tanto Sarkozy como Hollande apuntan a un crecimiento del 1,7 por ciento en 2013. En sus previsiones publicadas esta semana, el FondoMonetario Internacional (FMI) apunta a que ese crecimiento sería de apenas el 1 por ciento el año que viene.
Sin embargo, el socialista Hollande declaró el miércoles que no cuenta "calzar" su política económica con la de la proyección del FMI. "¿Qué dice hoy el FMI? Que Europa tiene el crecimiento más débil del mundo, una recesión en 2012, y que las medidas de austeridad, si son confirmadas, van a agravar no sólo las condiciones del crecimiento, sino que además no permitirán el restablecimiento de las cuentas públicas", argumentó. "¿Y se me pregunta si aumentaría la austeridad? La respuesta es no", dijo. "No puedo admitir que en nombre de la reducción necesaria de los déficit se apliquen políticas que agravan las condiciones de crecimiento, que no permiten reducir la deuda", explicó. De hecho, y en nombre del estímulo, el socialista tiene la intención de crear 60.000 nuevos puestos en el sector de la educación. Y las dos medidas estrella que exhibe en su programa son la creación de 500.000 "contratos generación" y 150.000 "empleos de futuro", que pasan por acordar rebajas fiscales a las empresas que contraten a jóvenes y mantengan en plantilla a un mayor de 55, así como contratos bonificados para jóvenes que viven en zonas desfavorecidas.
El trabajo de los franceses
También ha jugado la baza de lo social, el candidato conservador Nicolas Sarkozy. Una de sus promesas más polémicas ha sido sin duda el IVA social. A todos sorprendió que, con la intención de generar empleo en suelo patrio, defendiese la idea de una reforma de este impuesto para gravar en mayor medida a los productos importados y emplear ese dinero en mermar las cargas sociales de los trabajadores. "Gracias al trabajo quiero reconciliar a los franceses y devolverles el control sobre su destino individual y colectivo", proclamó solemne en su gran mitin de Villepinte.
De hecho, mucho se ha hablado en esta campaña del perfil populista adoptado en ocasiones por el candidato Sarkozy. Ahuyentar la imagen de "presidente de los ricos" ha sido unade sus preocupaciones. Por eso, entre sus propuestas también se ha colado la de sancionar fiscalmente a los franceses exiliados, que deberán pagar impuestos aunque fijen su residencia en el extranjero o la de crear un nuevo gravamen sobre las grandes multinacionales galas que pagan pocos impuestos en Francia, según el conservador. Pero cualquier esfuerzo que realice en ese sentido se ve superado sin pestañear por quien se coloca genuinamente en posiciones socialistas. Así, en el programa de Hollande figura una reforma fiscal que prevé entre otras medidas una nueva franja superior del impuesto sobre la renta al 45 por ciento para los ingresos superiores a 150.000 euros al año y el muy comentado gravamen al 75 por ciento para las fortunas que superen el millón de euros anuales. En la mira del socialista también está la reciente reforma de las pensiones que retrasa la edad legal de jubilación de 60 a 62 años, al prometer que todos aquellos franceses que hayan cotizado los 41 años que pide la ley puedan jubilarse a los 60 años.
En declaraciones publicadas el miércoles por el diario alemán Handelsblatt, Hollande afirmó que bloqueará
el pacto presupuestario europeo si el mismo no contiene medidas de crecimiento. "Si el pacto no contiene medidas de crecimiento, no podré apoyar su ratificación por la Asamblea Nacional. Lo he prometido a los franceses y me atendré a ello", dijo, añadiendo que se reunió "con varios jefes de Estado europeos y nomuchos de ellos están
satisfechos con la situación económica". "No estoy aislado", dijo.
En este punto, coinciden ambos candidatos. Lanzan su ira contra una Europa de tecnócratas en un intento por ganarse al electorado popular. El socialista reclama más medidas para relanzar la economía como contrapeso a las estrictas reglas fiscales; el conservador opta por lanzar un órdago a sus socios europeos para reformar el tratado de Schengen para dar ventajas a la adjudicación de contratos públicos a las empresas europeas.
Hollande: justicia social para salir de la crisis
Subir impuestos a los ricos. El socialista François Hollande piensa llevar a cabo una reforma fiscal, que prevé aumentar los impuestos hasta el 45 por ciento para los ingresos superiores a los 150.000 euros anuales. Además, incluye un gravamen del 75 por ciento a las fortunas que superen el millón de euros.
Relanzar la economía. El candidato socialista promete medidas para relanzar la economía francesa por valor de 20.000 millones de euros los próximos cinco años. Dichas medidas se financiarían gracias a una reforma fiscal y a la redistribución de las exoneraciones fiscales.
Creación de empleo. Las dos propuestas estrella de Hollande son la creación de 500.000 'contratos generación'
?rebajas fiscales para las empresas que contraten jóvenes
y mantengan seniors? y 150.000 'empleos de futuro'? contratos financiados para jóvenes de zonas desfavorecidas?.
Reforma de las pensiones. Gran parte de la población
francesa rechaza la reforma de las pensiones de Sarkozy. Hollande promete que permitirá que los galos que hayan cotizado 41 años se puedan retirar a los 60 años. La medida se financiaría con un aumento del 0,1 por ciento de las cotizaciones.
Sarkozy quiere cambios en el BCE para ayudar a Europa
Cumplir objetivo de déficit. El actual presidente francés,
Nicolas Sarkozy, se ha comprometido en campaña a respetar los objetivos de reducción de déficit, al 4,5 por ciento este año y al 3 por ciento en 2013. Tiene previsto un esfuerzo fiscal de 115.000 millones los próximos cinco años.
Reforma del IVA. El actual mandatario galo defiende su reforma del IVA social para generar empleo. Se trataría de reducir el costo del trabajo bajando las cargas sociales
a las empresas. A cambio, se aumentaría el IVA a los productos importados. La medida se implementaría en julio.
Menos paro y más horas. Sarkozy propone un referéndum para endurecer las condiciones para cobrar el paro y otras indemnizaciones. Los desempleados deberían aceptar la primera oferta de empleo que se les presente. Además, cree necesario aumentar la jornada laboral
de 35 horas semanales.
Presión a la UE. El presidente francés asegura que si sale elegido lanzará un ultimátum a la UE para reformar el tratado Schengen y sobre la política comercial de los países miembros. Además, propone añadir un nuevo mandato al BCE, fomentar el crecimiento de los países de la eurozona.