
Los primeros movimientos de Alfredo Pérez Rubalcaba y de Rodríguez Zapatero tras haber aceptado aquél convertirse en candidato a la presidencia del Gobierno en las elecciones que teóricamente deberán celebrarse en marzo (aún no puede descartase una anticipación de unos meses) han lanzado mediáticamente la hipótesis de que el vicepresidente primero y ministro del Interior esté poniendo en marcha una estrategia para conseguir que el PP no alcance mayoría absoluta e intentar formar un gobierno de coalición del PSOE con las minorías catalana y vasca (CiU y PNV).
En efecto, este miércoles pasado el presidente del Gobierno se entrevistó con Urkullu y con anterioridad Rubalcaba mantuvo un encuentro secreto con Mas y Duran en el palacio de la Generalitat.
Las cuentas del PSOE
Asimismo, el PSOE ha hecho gran hincapié en que la extrapolación del resultado de las elecciones municipales del 22M, en que el Partido Socialista quedó a diez puntos de distancia del PP, no sería sin embargo suficiente para que Rajoy pudiera gobernar con mayoría absoluta de diputados en la Cámara Baja.
Nada se conoce de la posición oficial del PSOE al respecto, pero sería muy importante que el asunto se aclarase en el tiempo que media hasta la llamada a las urnas porque evidentemente la posición de los partidos a este respecto puede tener incidencia en la actitud de los electores.
Felipe González no lo hizo
De momento, el único antecedente de una situación como ésta fue la que se dio en las elecciones generales de 1996, en las que Aznar ganó con el 38,79% de los votos y 156 diputados, por delante de González, quien obtuvo el 37,63% y 141 diputados. En aquella ocasión, IU logró 21 diputados; CiU, 16; PNV, 5; Coalición Canaria, 4; BNG y HB, 2 cada uno; y consiguieron un diputado ERC, EA y Unió Valenciana. Es evidente que González hubiese podido intentar formar gobierno con dos opciones, una mayoría de izquierdas y un pacto con los nacionalistas; sin embargo, desde el primer momento, el líder socialista descartó absolutamente tal posibilidad y dejó vía libre a Aznar, cabeza de la lista más votada, quien trabajosamente consiguió aliarse con CiU y PNV.
El respeto implícito a la mayoría
No hay una regla escrita que imponga un criterio al respecto, aunque seguramente muchos pensamos, con Felipe González, que en esa decisión tan delicada parece conveniente respetar la opinión de quienes han impulsado la minoría mayoritaria. Se puede pensar de otra manera, obviamente, sin incurrir en anatema constitucional. Sin embargo, sería muy desestabilizador no anunciar esta posibilidad de antemano si alguno de los candidatos cree que es legítimo conseguir por cualquier medio una mayoría suficiente para gobernar.
Este país está muy caldeado por la crisis y la irritación ciudadana se encuentra a flor de piel, por lo que cualquier marrullería, cualquier actuación inapropiada, podría tener efectos desastrosos para la paz social y devastadores para el crédito de una clase política ya muy tocada por su propia insolvencia y por su grave mediocridad.