Rubalcaba tiene dos deberes fundamentales si de verdad quiere tener opción a aspirar a La Moncloa. Una pasa por Andalucía. La otra, por Cataluña
Una vez resueltos los forcejeos internos del PSOE que han desembocado en la nominación de Rubalcaba como aspirante en las primarias convocadas para designar al candidato a la presidencia del Gobierno (todavía no puede descartarse que surja otro aspirante, como el profesor Carmona de Sevilla, dispuesto a abrir de verdad el debate interno si es capaz de recoger los 22.000 avales necesarios), Rubalcaba tendrá que acometer dos tareas dispares pero igualmente fundamentales: la recomposición de un ideario susceptible de expresarse en forma de propuestas ilusionantes y la reconquista de ciertos territorios del socialismo cuyos miembros han desertado masivamente.
Los feudos del PSOE, en peligro
Muchos análisis aseguraron antes del 22-M que el referente principal de las elecciones locales y autonómicas sería el resultado de Castilla-La Mancha. Y es cierto que la espectacular victoria de Dolores Cospedal resume la espectacular victoria del PP, al tiempo que refuerza a Rajoy y al aparato de Génova. Sin embargo, los problemas graves los tiene el PSOE en dos comunidades que, hasta ahora, han sido su principal base de sustentación: Cataluña y Andalucía, verdaderos viveros de votos en el Congreso de los Diputados.
En Andalucía, el resultado más aparatoso ha sido la pérdida por el PSOE del Ayuntamiento de Sevilla, ganado por el PP con mayoría absoluta. Pero es el resultado general en las municipales de la región el que sin duda ha alarmado a la gran formación de centro-izquierda. Con relación a las municipales de 2007, el PSOE ha caído 8,4 puntos (del 40,65% al 32,22%) y ha perdido 243.000 votos, en tanto el PP ha subido casi 7 puntos (del 32,09% al 39,36%) y ha ganado 375.000 votos. En otras palabras, si en 2007 el PSOE aventajaba al PP en 327.000 votos, ahora es el PP el que aventaja al PSOE en 290.000 votos.
En Cataluña, el desastre es parejo, aunque en este caso está agravado por elementos ideológicos que requieren una terapia distinta. En 2007, el PSC ganó las elecciones municipales frente a CiU por 190.000 votos y siete puntos; ahora, CiU ha ganado por 57.000 votos y dos puntos.
El escollo catalán
Como es conocido, tras las derrota del PSC en las pasadas elecciones autonómicas catalanas de noviembre, Montilla anunció su próxima retirada en un congreso que se celebrará en otoño. Y las distintas corrientes del partido están preparando su estrategia. En concreto, el sector crítico, más nacionalista, del PSC, llamado 'Nou Circle', liderado por Raimon Obiols y en el que figuran, entre otros, los exconsejeros Antoni Castells y Montserrat Tura, pretende hacer de su partido una gran plataforma semejante al Olivo italiano cuyo grupo parlamentario en el Congreso se independice del grupo socialista, que adquiera perfil propio, se encastille en la defensa de la 'nación' catalana y reivindique el espíritu del 'tripartito'.
En otras palabras, ese sector del PSC persiste en el error de pretender que el ingrediente identitario y la propensión nacionalista predominen sobre el elemento ideológico progresista y el vector social. Esta facción del PSC desea, en fin, disputar a CiU en el terreno de esta coalición la carga soberanista que lució Pujol y que ahora, tras la exacerbación correspondiente, exhibe Artur Mas. Y ya se sabe que los electores siempre prefieren la oferta genuina que la copia, por más esmerada que ésta sea.
No es probable que Rubalcaba pueda imponerse al debate estratégico y de ideas que irá arreciando en el PSC hasta el acto congresual, pero sí sería quizá posible que el pragmático Rubalcaba consiguiese encarrilar al PSC por la senda de un mayorl realismo en pos de unas raíces que manifiestamente se han abandonado desde que Maragall lanzó al partido por la pendiente soberanista.
Es pronto para saber si Rubalcaba puede aspirar a algo más que a obtener una derrota digna en vez de una catástrofe pura y dura, pero lo que sí es seguro es que si no consigue cambiar la situación del PSOE en estas dos comunidades, el intento se habrá frustrado de antemano.