
Mariano Rajoy, el líder del Partido Popular (PP) que ganó las elecciones en España, es un político con fama de tranquilo y resistente, que afronta el difícil mandato que le dieron las urnas de sacar al país del abismo de la crisis económica. Tras dos derrotas electorales consecutivas y casi ocho años en la oposición, en los que a base de resistencia sobrevivió a las duras luchas internas dentro de su partido en las que su liderazgo fue duramente cuestionado, Rajoy se convertirá en el sexto presidente del Gobierno de la democracia española. Y será el presidente con más poder, al contar con una amplia mayoría absoluta en el Congreso de los Diputados de España, que sumará al dominio regional de su partido en la mayor parte de las comunidades autónomas españolas y municipios.
A falta de carisma, el político conservador hizo de la perseverancia un arma política que le llevó finalmente al poder tras dos fracasos. "Soy Mariano Rajoy, español y gallego, nacido en Santiago (de Compostela) hace cincuenta y seis años", así comenzó su autobiografía, publicada antes de las elecciones, este hijo y nieto de juristas, educado en la tradición católica y que cultiva una imagen sobria, incluso tediosa.
Poco conocido en el extranjero -habla francés, pero admite tomar clases de inglés-, criticado por su indecisión, este hombre de pelo castaño, de barba blanca y gafas rectangulares, logró, sin embargo, reagrupar en torno suyo al Partido Popular y hacer olvidar sus dos duras derrotas en los comicios de 2004 y 2008.
Su relación con Aznar
Tras estudiar en una escuela jesuita y en la facultad de Derecho, entra "tímidamente" en política adhiriéndose a Alianza Popular (AP), partido de derecha fundado por el ex ministro franquista Manuel Fraga Iribarne, que se convertirá luego en el PP.
Discreto pero firme, es elegido diputado regional con 26 años, antes de seguir subiendo hasta convertirse en el hombre de confianza de José María Aznar, presidente del gobierno de 1996 a 2004, que lo nombrará para sucederle. De hecho, su relación con el vallisoletano marcará los designios del PP en la última década: del apoyo a la frialdad, para luego acabar Aznar en el balcón de Génova 13 el 20-N.
Presentándose como un hombre de Estado, llegó a acuerdos con los socialistas sobre la reducción del déficit y se congratuló por el anuncio del fin de la violencia de ETA, pese a que desde entonces ha dicho en varias ocasiones que no negociará con la organización armada independentista vasca.
Esta falta de definición "es una estrategia, pero el problema es que al final, le da la imagen de alguien que no sabe comprometerse y eso se puede volver contra él", puntualiza el editorialista José Maria Ridao.
La experiencia como gestor
Varias veces ministro, portavoz del gobierno y vicepresidente, Rajoy se forja una imagen de mediador fuera de serie, además de ser el hombre que da la cara ante las críticas por la desastrosa gestión de la marea negra del petrolero Prestige en 2002 y la entrada de España en la guerra de Irak, en 2003.
Borrando poco a poco su imagen de conservador puro y duro, se presenta como un dirigente "previsible, patriota, independiente, moderado" en contraste con "la inconsistencia" y la "frivolidad" supuestas de Zapatero.
"De mi padre heredé un sentido muy marcado por el respeto a las reglas, el sentido de la justicia y el esfuerzo", destacó en su libro, titulado En confianza.
Confiable y seguro
Nacido el 27 de marzo de 1956, se presenta como un buen padre de familia, capaz de tranquilizar a sus electores y de coger el timón mientras "el milagro español" hace aguas.
Está casado con Elvira Fernández, gallega como él, y es padre de dos niños.
Lector de novela histórica, es muy aficionado al deporte, en especial al ciclismo y al fútbol -seguidor confeso del Real Madrid-, dos de sus grandes pasiones, junto a la de fumar cigarros habanos.
En la noche de su triunfo electoral arrollador, fue comedido en sus palabras y prometió "ser el presidente de todos y anteponer el interés general".
"Gobernare al servicio de España y de los españoles. Nadie tiene que sentir inquietud alguna", dijo, para enumerar sus enemigos: "el paro, el déficit, la deuda y el estancamiento económico".