Editoriales

Optimismo en la compra de deuda

Mario Draghi, presidente del BCE.

"Ni siquiera hemos empezado y ya hay quien habla de que no podremos hacerlo". Quien ayer se quejaba de esta forma era el presidente del Banco Central Europeo (BCE), Mario Draghi, que sí confía firmemente en que las medidas, tanto ordinarias como extraordinarias, sobre todo el Quatitative Easing (QE) que pondrá en marcha el próximo lunes, contribuyan a acelerar una todavía incipiente recuperación de la zona euro y a situar los precios cerca del objetivo del 2 por ciento.

Draghi aseguró que sólo el anuncio del QE, unido a otras iniciativas puestas en marcha, ya han tenido efecto sobre la economía real, como el abaratamiento de los costes de financiación y una ligera recuperación de los créditos a empresas y hogares. "Los objetivos se van cumpliendo y estamos satisfechos".

Pero es ahora cuando sacará la artillería pesada, con esas adquisiciones de deuda de 60.000 millones mensuales, flexibles, para modular tanto la cantidad, como los activos, como el peso de cada banco central nacional en las compras. De su efectividad dependerá que la previsión de Draghi sobre inflación en los próximos tres años se cumplan y, sobre todo, de que la tendencia crediticia expansiva se acelere y acompañe y profundice la recuperación, lo que sería anular el verdadero talón de aquiles de la eurozona y, particularmente, de España.

Para el país que más contribuyó a poner en entredicho al euro en sus peores tiempos, Grecia, tenía Draghi un mensaje claro: Sin ortodoxia no participará en el programa y, además, la linea de liquidez de emergencia a sus bancos, agrandada ayer en otros 500 millones, se cortará. Otro motivo más para tener fe en las medidas: haga lo que haga Grecia, ya no es un problema para el euro.

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