La presidenta andaluza, Susana Díaz, dice ser inquebrantable contra la corrupción, pero su actitud tras la imputación de sus antecesores, Manuel Chaves y José Antonio Griñán, no ha sido la esperada. Esa incoherencia tiene mucho que ver con las pobres expectativas del PSOE ante los comicios de marzo, en los que puede derrumbarse. Esto preocupa, no sólo en Andalucía, sino en toda España. Un PSOE débil en esta región perjudicaría a los socialistas a escala nacional y beneficiaría al populismo. Es una perspectiva lo suficientemente sombría como para que PP y PSOE estudiaran posibles pactos para frenar el auge de movimientos que ponen en riesgo la recuperación. El candidato del PP, Juan Manuel Moreno, acierta al tender la mano.
