Ha sido necesario poner a Grecia al borde de la asfixia, con el rescate financiero del país casi extinguido y el BCE a punto de cortar las líneas de liquidez de emergencia, para que el Gobierno de Alexis Tsipras vuelva a mostrarse conciliador con el resto de la zona del euro. Lo más probable es que hoy presente a sus socios una propuesta seria de reforma fiscal, que va más allá de su cruzada contra la evasión de impuestos, y se muestre dispuesto a no abordar políticas que amenacen su estabilidad financiera. Es obvio que la prioridad de Atenas es ganar tiempo y aún se resiste a seguir recibiendo ayudas con la contrapartida de los ajustes que le exigía la troika. La zona del euro debe mostrarse firme a la hora de pedir a Atenas que cumpla sus obligaciones.