Una vez más es notorio que los mensajes sobre la necesidad de que las comunidades autónomas se aprieten el cinturón, tal y como exige Bruselas, son fáciles de burlar. Así actúa Artur Mas, que pese a gobernar una de las comunidades más díscolas en cuanto al objetivo de déficit (cinco años incumpliendo), se permite el lujo de duplicar la plantilla de su agencia tributaria. Un nuevo desafío en toda regla de Artur Mas, y apoyado desde ERC, que ni siquiera el regalo navideño de la quita de intereses debidos al Estado ha evitado. Es más, el tono de sus proclamas sube enteros. Hacienda debe dejar de premiar a las comunidades incumplidoras y exigir disciplina si quiere ganarse el respeto del resto de los gobiernos regionales y de Bruselas.
