El sistema financiero europeo cerró 2014 dando un paso decisivo hacia la unión bancaria, con la supervisión única, y exhibiendo solvencia en las pruebas de resistencia del BCE. Pese a esos avances, el sector inicia 2015 aún lastrado, tal y como manifestó ayer en Madrid el presidente de la Autoridad Bancaria Europea (EBA).
Andrea Enria terminó así de disipar el optimismo de quienes esperaban que, a finales del año pasado, se abría automáticamente un nuevo ciclo caracterizado por la normalización del negocio bancario y la apertura del crédito. Muy al contrario, y aunque sorprenda dada la virulencia de la crisis y de los ajustes que ha motivado, lo cierto es que sigue habiendo un exceso de entidades en la Unión Monetaria, lo que reduce la rentabilidad de cada una de ellas.
Eso es lo que el número uno de la EBA quiso decir mediante su diplomática alusión a un "exceso de capacidad". El argumento pudo sonar chocante a su auditorio español, teniendo en cuanta que aquí se ha pasado de 70 entidades a una docena y que el 53% de las sucursales clausuradas en la eurozona son españolas. Ahora bien, el hecho de que el ROE (beneficio neto sobre el capital) aún esté en el 4,18% (frente al 11,6% de 1998-2011) demuestra que tampoco en España el negocio se ha normalizado. El sector pudo compensar la merma de ingresos abaratando los depósitos. Pero esta vía presenta síntomas de agotamiento, con la retribución ya hundida en el 0,66%, y la banca se ha embarcado además en una guerra por dar crédito a la escasa demanda solvente que derrumba el tipo de interés. Quedan pocas claves para enderezar el resultado, además de un mayor ahorro.