La presidente del Santander, Ana Botín, continúa con la revolución tranquila que inició casi en el momento de tomar las riendas en septiembre y que siguió con los profundos cambios en el Consejo de Administración de diciembre. Ayer, la entidad que fue pionera en introducir en España el scrip dividend (o pago del dividendo en acciones) anunció el regreso al desembolso en efectivo en la mayor parte de la retribución correspondiente a 2015. Serán 0,15 euros por acción los que el Santander pague en cash de un total de 0,20.
Es cierto que esta última cifra supone una notable disminución con respecto al dividendo de 0,60 euros por título que el Santander repartía hasta ahora, pero conviene considerar el movimiento con amplitud de miras. El recurso del Santander al scrip dividend se dio en un contexto de estrictas exigencias de recapitalización y con la economía europea en recesión, ahora esa fórmula pierde sentido. Los bancos españoles han dado muestras de su alto nivel de solvencia y en Europa se asienta un cambio de ciclo que repercutirá en el Santander por su presencia en Reino Unido, Polonia, Alemania y, por supuesto, España.
En este contexto debe situarse también la ampliación de capital, por valor de 7.500 millones (el 9,9% de su capital) que la entidad también anunció ayer y que, una vez cubierta en un tiempo récord, pertrecha a la entidad con recursos para emprender nuevas operaciones. La adaptación a un medio ambiente siempre acarrea dificultades y es innegable que la reducción del dividendo y la dilución de posiciones que supone toda ampliación de capital afectan al accionista. Pero también lo es que el Santander gana fortaleza para competir bajo nuevas circunstancias.