Los Presupuestos Generales recogen un aumento salarial para los altos directivos de la administración del 3,2 por ciento. Cierto es que estos altos cargos están mal remunerados y que con sueldos bajos es díficial atraer talento a la administración. Por tanto, no es criticable, sino todo lo contrario, que se aspire a que tengan un salario acorde con su valía.
Sin embargo, en época de recortes hay que aplicar, más que nunca, la racionalidad. Sobran asesores, pero el Gobierno se resiste a recortar su número. Con una plantilla adecuada de altos directivos, el gasto salarial se reduciría, en vez de aumentar, a la vez que se podría aplicar aumentos en las retribuciones. Para cortar gastos en la administración no basta con congelar el sueldo a los funcionarios, hay que meter más tijera.