La última reforma del mercado eléctrico ha traído a las compañías la limitación de sus inversiones en negocios regulados. Así, Industria ya trabaja en dar los últimos toques al tope que se impondrá en distribución hasta 2017. Se trata de racionalizar las inversiones, de tal modo que se acometan las necesarias para mantener e introducir las mejoras tecnológicas necesarias en el sistema, pero también evitar un exceso de instalaciones, que se trasladan después al recibo de la luz.
Uno de los objetivos declarados de la reforma es evitar al máximo las distorsiones externas. Por ahora, y a pesar de las críticas de las compañías, el coste de la electricidad para los clientes baja un 23 por ciento en tasa interanual en los primeros nueve meses.