Los pequeños inversores se sintieron muy desprotegidos después de comprobar que las acciones preferentes eran un producto de mayor riesgo del que pensaban cuando las adquirieron. Dirigieron sus críticas a las entidades financieras que se las habían vendido, porque se sentían engañados. También denostaron, con razón, el papel de la Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV) que no había vigilado con suficiente celo la transparencia del mercado.
La actual presidenta de la CNMV, Elvira Rodríguez, consideró prioritario subsanar esta situación desde el momento en que accedió al cargo. Ha cumplido su palabra y la Comisión acaba de lanzar un sistema útil e inteligible para cualquier tipo de inversor, con el que los bancos deberán etiquetar el riesgo de sus productos. Basado en el código de eficiencia energética de los electrodomésticos, suficientemente conocido por la mayoría de los consumidores, cinco colores que van del verde oscuro (mínimo) al rojo (máximo) indican el grado de riesgo del producto financiero en que se depositan los ahorros.
Además, se adjuntan otros iconos que señalan el nivel de complejidad y liquidez. Elementos que permiten mejorar la información que recibe el ahorrador antes de contratar una inversión. Con este sistema va a ser difícil que nadie pueda argumentar ignorancia por no haber sido informado convenientemente. El código figurará también en la información comercial y precontractual de los productos. Aunque llega un poco tarde y todavía hay que abordar el tema de las sanciones, se trata de un paso importante de la CNMV, que asegura la transparencia y refleja una voluntad clara de poner orden en el mercado.