El mercado de la vivienda empieza a dar tímidos signos de recuperación. El aumento de la confianza de los consumidores comienza a hacer efecto sobre el sector más castigado por la crisis tras el estallido de la burbuja inmobiliaria. La estadística que ofrecen los registradores de la propiedad indica que por primera vez en seis años el precio de la vivienda volvió a crecer, tras llevar acumulada una reducción del 32 por ciento desde el pico del ciclo alcista.
El mercado inmobiliario no va a ser igual ni es conveniente que lo sea. Ello indicaría que no hemos aprendido nada de esta crisis, que todavía no encuentra un sector que, salvo el turismo, ejerza con claridad de motor de la recuperación. La mora hipotecaria sigue muy elevada, aunque se ha frenado su crecimiento, y empieza a subir el crédito nuevo destinado a hipotecas.
Aun así, es difícil que la vivienda recupere los precios y el nivel de empleo que tenía durante el boom. Una buena prueba es que los inmuebles nuevos se venden con mayor dificultad que los usados, en una proporción de 40-60 por ciento. En esto pesa el escaso número de promociones de obra nueva durante estos años. Las existentes prácticamente son las que fueron edificadas en pleno ciclo alcista.
La estadística de los registradores indica que nos acercamos al final del profundo proceso bajista del precio de la vivienda y de la caída de las ventas. Las personas con capacidad de compra empiezan a considerar atractivas las valoraciones actuales y ello está marcando el inicio de un cambio de tendencia. Pero el sector todavía no ha salido del bache y es insuficiente el número de inversores interesados en este mercado, que ahora es cuando empieza a dar las primeras señales de vida.