Editoriales

Se impusieron las buenas formas

La reunión celebrada en el Palacio de la Moncloa entre Mariano Rajoy y Artur Mas venía precedida de una gran tensión por la reivindicación soberanista del presidente de la Generalitat y el escándalo de la familia Pujol. Pero no hubo choque de trenes, como algunos esperaban, y sí educación, talante negociador y buenas intenciones para resolver un conflicto que no interesa a nadie. Ni a los españoles ni a los catalanes. Ambos presidentes se mostraron dispuestos a hablar. Rajoy ofreció una colaboración "franca y leal", aunque supo mantenerse firme y advirtió de que su propuesta de pacto fiscal no es compatible con la Constitución; Mas, por su parte, relajó sus aspiraciones nacionalistas por un "hablando se entiende la gente".

Y es lo que hicieron durante dos largas horas. Hablar y dejar abierta la puerta para encontrar una solución negociada a un conflicto que necesita diálogo y voluntad de las partes. De ahí que Mas llevara a la reunión otros asuntos importantes para el Gobierno y para la Generalitat en materia de infraestructuras, educación, servicios públicos... Así hasta 23 puntos en los que sí hay posibilidad de acercar posturas. Mas fue muy gráfico: No ha habido "portazo", lo que significa que hay nuevas oportunidades para hablar y encontrar una tercera vía para salir de la encrucijada que supone la cita del 9 de noviembre. El referéndum sigue siendo un punto insalvable. Pero Rajoy cometería un error si piensa que puede aprovechar el escándalo Pujol para pasar la página. El Gobierno debe estudiar la conveniencia de mantener esa consulta, pero sin que en ningún momento se ponga en peligro la unidad de España. De ahí la importancia de que este clima de diálogo se mantenga en un futuro.

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