El presidente de la CEOE, Juan Rosell, lo puede decir más alto, pero no más claro. "Cuanto menos impuestos mejor". Con esa filosofía, Rosell pedía ayer al Gobierno que si hay excedentes en los resultados de las mutuas de accidentes de trabajo, parte de los mismos se destinen a la reducción de las cotizaciones sociales. Un mensaje al Gobierno de Mariano Rajoy que prometió que "en cuanto se pudiera" se bajarían impuestos a las empresas. Pero la reforma fiscal se ha olvidado de este pequeño detalle.
En clave electoral, el Gobierno ha bajado el IRPF y no subirá el IVA, pero también se ha olvidado de la lógica reclamación de los empresarios a quienes se les pide que creen empleo a cambio de nada. Ni siquiera se les deja gestionar las cuotas destinadas a los cursos de formación que ellos mismos pagan. Pero la economía es como el fútbol, hay que ir realizando cambios. Y esta economía, tal y como se ha entendido durante estos años, se ha quedado algo vieja. No funciona. Las medidas reclamadas por la CEOE van dirigidas a bajar los impuestos. El sistema fiscal ha agotado su capacidad de generar más ingresos a través de subidas que, además, redundarían en una menor actividad y elevarán las cifras de la economía sumergida. Porque aunque desde el Gobierno se habla de recuperación, todavía quedan deberes por hacer. Como lo demuestra el índice de Libertad Económica que hoy ha presentado Rosell, y en cuya elaboración participa elEconomista. España se sitúa todavía en el puesto 31 del ranking mundial. Construir un país no es únicamente contar votos, es hacer política con gestos y apuntalar la incipiente recuperación sin ahogarla con mayores subidas tributarias. La libertad económica es el único camino para crecer.