Empieza el reinado de Felipe VI. Eran las 10.47 minutos de la mañana y el nuevo Rey de España daba sus primeros pasos en la que definió como "una Monarquía renovada para un tiempo nuevo". Lo dijo dos veces y lo hizo con un discurso completo, emotivo y valiente. Algunos dirán que era lo que tocaba, pero lo cierto es que Felipe VI no eludió hablar de ningún tema, algunos tan delicados como los casos de corrupción que tanto han dañado la imagen de la Corona y que don Felipe tiene ahora como reto recuperar. Pero no va a ser fácil.
De ahí que en su primer mensaje el Monarca centrara gran parte del discurso en los deberes de la Institución. "La Corona debe buscar la cercanía con los ciudadanos, saber ganarse continuamente su aprecio, su respeto y su confianza; y para ello, velar por la dignidad de la Institución, preservar su prestigio y observar una conducta íntegra, honesta y transparente, como corresponde a su función institucional y a su responsabilidad social. Porque, sólo de esa manera, se hará acreedora de la autoridad moral necesaria para el ejercicio de sus funciones".
Fueron 26 minutos intensos y extensos de un guión visado y supervisado que ahora toca poner en marcha. Entre todos, también los políticos que le acompañaron en el Congreso y a los que recordó que "los ciudadanos y su preocupación son el eje de la acción política". Sus palabras más repetidas fueron España, todos y respeto.
En clave política, Felipe VI también se mostró dialogante. Estamos en una España "unida " en la que "cabemos todos". "Unidad no es uniformidad", dijo el jefe de Estado que. con un guiño a las nacionalidades, despidió su discurso dando las gracias en castellano, euskera, catalán y gallego. Con sus palabras, el Rey tendió una mano política a Artur Mas e Inigo Urkullu, que estuvieron acompañando el acto. En un tono cordial y sereno (la emoción afloró solo cuando tuvo sentidas palabras de agradecimiento para sus padres), Felipe VI dio un paso más a favor de la unidad de España y dejó claro que está dispuesto a escucharlos, aunque se ceñirá a una Constitución sólo reformable desde el consenso.
Por otro lado, don Felipe ha hecho suya la otra gran preocupación de los españoles, el paro, eje central también de su discurso. "Queremos que los ciudadanos y sus preocupaciones sean el eje de la acción política". Don Felipe mostró su cara más humana al recordar a "aquellos ciudadanos a los que el rigor de la crisis económica ha golpeado duramente hasta verse heridos en su dignidad como personas". En palabras del Rey, es la prioridad. El discurso del Rey fue un mensaje muy cercano, con los pies en el suelo, pero un mensaje cargado de optimismo y confianza en una España con futuro "hacia la España renovada que debemos seguir construyendo todos juntos".
Don Felipe no es don Juan Carlos. Pero en su equipaje no pueden faltar aquellos valores que hicieron a muchos españoles ser juancarlistas. Desde la campechanía de un Rey que le dijo al presidente Hugo Chávez "por qué no te callas" al monarca viajero que ha defendido la Marca España allí donde nuestros empresarios le han llevado. Don Felipe es consciente de que debe seguir la estela de su padre apoyando la internacionalización de nuestras empresas, tender puentes y colocar a España en el siglo XXI. Con Felipe VI empieza una nueva etapa "que ha nacido bajo el signo del cambio y la transformación y que nos sitúa en una realidad bien distinta de la del siglo XX". Está en manos del monarca que España sea ahora felipista.