España es un país en el que se suele confundir la crítica a los gestores con el ataque a las instituciones que dirigen. Esta ha sido la reacción de la banca y del Gobierno ante las palabras del presidente de la Comisión Europea, José Manuel Durao Barroso, que culpaba al Banco de España, en ese tiempo dirigido por Miguel Ángel Fernández Ordóñez, de no cumplir su cometido con las cajas de ahorros, lo que habría evitado en gran medida la crisis del sistema.
La buena imagen del supervisor se logra con transparencia, rigor y una gestión independiente del poder político. Así se defiende al Banco de España. Tratar de tapar los errores de los malos gestores, porque en otros países también lo hacen, es la forma más directa de volver a repetirlos y de desacreditar a la institución.