Montoro ha anunciado que rebajará el IRPF también a las rentas altas, tras asegurar anteriormente que se centraría en las clases medias, que son las que han soportado los mayores ajustes. Más allá de parecer oportunista (las europeas han pasado factura), no hay duda de que la medida es cuando menos lógica si lo que se pretende es estimular el consumo y dinamizar la recuperación. Que las rentas altas salgan beneficiadas es bueno para todos.
Además, una rebaja de impuestos atraerá capitales y favorecerá la creación de empresas. No obstante, es preciso que la reforma se enmarque dentro de una visión global, que incluya una bajada de cotizaciones y evite pensar que el Ejecutivo pone parches. No hacerlo sería perder una oportunidad de oro.