La confirmación de que el PIB español creció un 0,4% en el primer trimestre del año, el mayor registrado en un trimestre desde 2008, queda empañada por las causas que impulsan ese incremento de la economía española.
El repunte en un 4,4% del consumo de las Administraciones Públicas es el motivo principal de que la demanda interna, que hasta ahora se resistía a mejorar, haya aportado 0,7 puntos porcentuales al crecimiento. Un incremento que mueve a la inquietud cuando el último trimestre de 2013 arrojó una caída de esta misma rúbrica del 3,9%.
Desde el Ministerio de Economía se advirtió ayer a Hacienda que este comportamiento del consumo público es incompatible con la corrección del déficit. No se entiende el dispendio cuando la recuperación todavía no está garantizada -cuidado con el sector exterior- y no se han terminado de hacer las reformas. Una vez más la sombra de las elecciones planea sobre la relajación en el gasto sin que Montoro dé una explicación convincente a las acusaciones sobre la derivación de gasto del año 2013 a 2014.
De hecho, Hacienda cerró el grifo del consumo público dos meses antes de acabar el ejercicio para que le salieran las cuentas. En este contexto, la petición del presidente de ACS para que el Gobierno aumente la inversión pública en infraestructuras es un auténtico desatino. Qué pronto se olvidan las obras faraónicas, innecesarias y con sobrecostes inasumibles cargados al bolsillo de los contribuyentes. Ignorar que estuvieron en el origen de la crisis y pensar que el trabajo está hecho conduce a repetir los mismos errores. Algo inaceptable cuando salir del agujero está costando tantos sacrificios a los españoles.